Sexo en los Alcores (V)
M. Remedios.—Tiene que habeh una fórmula pa
combinahnoh, tiah. Yo no soy mu lihta ni mu culta pero presiento que to en la
naturalesa y en nosotroh puede y debe aspirah a la armonía, quizá a una
rasonable felicidah del to dehconocia poh nosotrah. No sé, puede que alcanzah
la plenituh no consista en nada de lo que hayamoh aprendio o visto. Por
ejemplo, es solo un ejemplo, ¿vale? ¿Qué pasaría si una de nosotras propusiese
al resto un intercambio de parejah?, entre nosotrah, claro.
Un silencio atronador se apoderó de la mesa de desayuno y
del resto del universo que orbitada ahora a su alrededor. Las amigas de Remedio
permanecían absortas pensando mientras miraban el fondo de la taza de café como
buscando adivinar que era lo más adecuado decir en ese momento: la verdad, lo
correcto, o la duda que impregnaba a cualquier opción.
M.Alcor.—Ya que hah tenío el valoh de planteah esa
pregunta voy a intentah seh lo máh sincera posible. La verdah es que he
fantaseado muchah veceh con esa posibilidah, es máh, haciéndolo con amigos como
nosotroh creo que accedería sin temeh
demasiadah secuelah sicológicah pero, de lo que estoy también casi segura es
que eso acabaría de una forma apocalíptica, máh temprano que tarde, con nuestra
relación de amistah. Todo terminaría convirtiéndose en sospechah, en dudah y en
hipocresía...
M.Águila.—Yo también lo he imaginao alguna veh pero
ni tan siquiera estoy segura de que diera el primeh paso. No es por egoísmo
pero nadie se conoce como uno mihmo y sé que para mí no significaría nada, al
menos al principio. sin embargo no ehtoy dispuehta a correh el riego de que
para él si lo fuera. Me aterra la posibilidad de que descubra a alguien que le
resulte, por lo que sea, mucho máh especiah que yo. Ademáh, confieso que en el
sexo ese hecho sería relativamente fácih que ocurriera.