Arma de seducción masiva
Tu nueva actitud es intolerable
en un agosto de Sevilla…
A través de la
humeante ventana observo a los gorriones con los
picos abiertos como
radares buscando sintonizar con una
corriente de aire
fresco…
Eres un arma de
seducción masiva cuando caminas descalza y esa
armonía cósmica en el
movimiento hace que tus bragas
se replieguen entre
tus níveas nalgas recién salidas de la brisa
siberiana y
artificial del salón…
Los intrépidos
transeúntes parecen espías pegados a los edificios,
mimetizados con la sombra
de los balcones, en el reparto de los
carteles de las
marquesinas, estudiando cada paso para evitar que
el sol derrita sus
aviesas intenciones de ciudadanos con expectativas…
Me abocas a la involución,
a una actividad neuronal monotemática.
Todo eclosiona en infartos
cuando te inclinas, o subes las escaleras, o te
recuestas en el sofá convirtiéndote
de inmediato en una sensual obra de arte…
Todo reverbera ahí
afuera y en mí, el sol y tú condicionándolo todo y,
sin embargo,
asíncronos y ajenos a la energía nonata que se sacrifica,
excéntricos meteoritos
extinguiendo futuros…
¡Si supieras cómo
lamento no poder provocarte esa sensación
de dependencia casi
suicida…!
¡Si alcanzaras a
imaginar cuánto echo de menos ese “casi” que
hace creerme todo
esto como si tú lo rubricases, como si la vida
no hubiese resuelto
la clave entre el respeto y lo pusilánime…!