Es ir a tirar la basura al contenedor y encontrarme una escultura surrealista y en continuo movimiento de embalajes y cartones de juguetes, pero sobre todo, lo que me devuelve a la realidad más dura y absoluta, es la visión tridimensional de las cajas llenas de lamparones de nata y dulces, de los roscos de reyes.
Si al menos, en vez de envoltorios y cajas manchadas, nos encontráramos esto, amortiguaría un poco el efecto "vuelta a currar".

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