Un cortijo andaluz: Gumersindo el porquero (I)
Como todas las mañanas el perro del porquero entraba con autoridad y desparpajo al patio del cortijo precediendo a su dueño. Accedía a través de la puerta trasera de una antigua cuadra, cuyo uso había quedado relegado a almacén de suciedad y oasis de porquerías, madriguera de todo tipo de roedores e insectos, y museo arqueológico para una multitud de aperos de labranza olvidados.
Era un animal descomunal, con modales compulsivos y unas fauces más propias de un cocodrilo gigante del Nilo. Se rumoreaba que nunca había atacado a ningún ser humano, pero nadie someramente sapiens se permitía el lujo de no perseguir el misterio de su trote cochinero mientras merodease a su alcance, con opciones matemáticas de sorprenderle. Incluso con su amo presente, imponiéndole cordura con su presencia venerable y sosegada, la mayoría seguíamos de reojo el deambular de ese animal casi mitológico.
Buenos días señores, dijo Gumersindo llegando a la estela difuminada y sobrenatural de su perro. Buenos días tenga usted, contestaron al unísono el maestro cocedor de aceitunas y el almacenero. Después del ineludible saludo siempre quedaba en el rostro del porquero una expresión de niño travieso que estaba a punto de desvelar a su pandilla un fantástico secreto; he visto a escondidas a mi vecina de veinte años, estaba desnuda en la bañera, está muy buena pero algo loca porque se decía a sí misma como una poseída; sigue sigue, así así, mientras el agua rebosaba como hirviendo, y las olas en todas direcciones emitían quejas de espectros lamentándose...
Era un animal descomunal, con modales compulsivos y unas fauces más propias de un cocodrilo gigante del Nilo. Se rumoreaba que nunca había atacado a ningún ser humano, pero nadie someramente sapiens se permitía el lujo de no perseguir el misterio de su trote cochinero mientras merodease a su alcance, con opciones matemáticas de sorprenderle. Incluso con su amo presente, imponiéndole cordura con su presencia venerable y sosegada, la mayoría seguíamos de reojo el deambular de ese animal casi mitológico.
Buenos días señores, dijo Gumersindo llegando a la estela difuminada y sobrenatural de su perro. Buenos días tenga usted, contestaron al unísono el maestro cocedor de aceitunas y el almacenero. Después del ineludible saludo siempre quedaba en el rostro del porquero una expresión de niño travieso que estaba a punto de desvelar a su pandilla un fantástico secreto; he visto a escondidas a mi vecina de veinte años, estaba desnuda en la bañera, está muy buena pero algo loca porque se decía a sí misma como una poseída; sigue sigue, así así, mientras el agua rebosaba como hirviendo, y las olas en todas direcciones emitían quejas de espectros lamentándose...
Lano, paso a desearte una muy feliz navidad.
ResponderEliminarBesos
buen texto y feliz navidad!!!
ResponderEliminarabrazos
¡Feliz Navidad!
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD
ResponderEliminarY CLARO QUE TE VISITO
UN AMIGO
JAMES GUAPACHO
WWW.GUAPACHO.NET
Feliz Navidad Blogueril, jejeje
ResponderEliminarTodo lo mejor para el 2008, y que sigamos al pie del cañón...
Un saludo
Todo un placer haberte visitado, repetiré, me encantó el texto, de verdad.
ResponderEliminarSaludos
Feliz Navidad a tí también...Para mí es un honor tu paso por el blog.AH!Y el jamón y langostinos te esperan,con una cerveza o buen vino,lo que quieras.Que tengas un 2008 genial...Un beso.
ResponderEliminarFeliz Navidad
ResponderEliminarLa fe ciega es siempre peligrosa y puede justificar lo que sea.
Unai Makua
Espero la continuación de este texto. A ver que secretos nos desvelan Gumersindo y su perro
ResponderEliminarTe deseo unas felices fiestas
Un abrazo
Me sorprendió el final del post, te leeré gracias por invitarme.
ResponderEliminarSaludos y Feliz Navidad.
Lanobil, gracias por tu paso por mi blog, agradezco tu comentario.
ResponderEliminarQue el venidero 2008 sea de, felicidad, letras, salud y creatividad.
Un abrazo.
¡Feliz Navidad, caballero!...¡qué tenga una buena salida y entrada de año nuevo 2008.
ResponderEliminarPetonets desde Barcelona!!!!
Pobre vecina...cómo sufría ....jajaja.
ResponderEliminarGracias por la visita.
Que pases una feliz Navidad.
Que cosa de perro, y nada que Gumersindo siga ;9
ResponderEliminarFelices fiestas
me ha gustado mucho el texto, escribes de una manera que engancha leerte hasta el final, muy interesante. Gracias por visitarme! no te preocupes, seguro que los reyes magos te traerán lo que pidas de mi blog......
ResponderEliminarsaludos!!
Aterrizo por este cortijo encantado después de pinchar en un post de mi amigo bloguero "Sinvergüenza"...
ResponderEliminarTe tenía localizado desde hace unos días, pero hoy, sábado, me ha dado por trastear y perderme en esta galaxia bloguera y me lo estoy pasando pipa: de blog a blog y tiro porque me toca... jejeje!
Gumersindo, el perro, la vecina loca, el sigue, sigue y el oleaje de agua hirviendo, hirviente....
Está bien, muy bien!
Pues eso, sigue!
Yo seguiré paseando por aquí aunque no haya recibido invitación formal... Y es que como salvoconducto tal vez me sirva el entusiasmo que le profeso al amigo Neftalí Reyes... me vale?
Un saludito desde esta orilla del Cantábrico, desde este Bilbao que hoy ha decidido vestirse de gris(será por hacer juego con la vestimenta del Guggen, digo!)
¡Que mal pensados somos! La mozuela, estaría frotándose los muslos para quitarse la mugre que había cogido en los campos.
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo.
Saludos