Cambalache
Cambio puesto de trabajo
estable
por un lugar donde no sea
necesario, incluso podría aportar algo más
—experiencia, antigüedad…— si
fuese tachado de frívolo.
Vendo todo lo que posea y
carezca
de significado cuando me olvidan
sus labios, por un precio asequible:
quizá por un poco de otro tiempo dulce,
o un ahora, al menos, sereno.
Regalo decepciones de segunda
mano,
arraigadas y retorcidas como el
fuego que las alea bajo nuestros pasos mezcla
de venganza y arrepentimiento,
por no poder atenderlos.
Comparto al cincuenta por
ciento lo
bueno que derrocho en este
deambular donde me encuentro, y que no tiende a
nada meritorio, con alguien que lo tenga claro.
Dono a los necesitados lo que he heredado
que me hace ver en el esplendor de un instante
en sus ojos un todo absoluto y colmado.
Se busca ser feliz el máximo de
alientos
posibles; protagonista como el
viento y el agua de cada destino pero, sobre todo,
conmover y, sí, conseguir con ello saciar
esa gula infranqueable del reconocimiento.
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