Sexo en los Alcores (I)
M.Águila—¡Qué
abriero boca tengo Dioh mío! Llevo to la mañana deseando volveh a
la cama, y eso que na máh despertarnoh vemoh echao un quiqui. Máh
relajá sí que estoy, como si to lo que ha de pasá hoy no fuese a
tené mucha importancia pero, la verdá, anteh, una buena sacudía
mañanera me quitaba el sueño y lah penah pa una semana, al menoh,
eso creía durante un buen rato, ¿que es de lo que se trata no?,
que le hagan a una creéh en los milagroh unoh díah al mes, o unah
horah según lo floreao de la maniobra.
M.Remedios—Que
sé yo lo que decirte, María del Águila. A mi marío yo lo tengo ya
aburrío de esperáh y cuando le doy pie explota en un momento, no te
voy a decí que no lo paso bien pero, de ahí a soñáh con un mundo
pintao por mí... No sé quilla, no recuerdo que eso me haya pasao
nunca con mi Fernando. Será que yo no llego a perder el
conocimiento, o que soy una frígida esaboría... ¿Y tú qué
piensas, María del Alcor? ¿Tu marío es milagroso alguna vez, me
refiero contigo?
M.Alcor—Te
temo cuando noh llamah por nuestroh folklóricoh nombreh completoh,
María Remedios. Lo haceh cuando te poneh solemne, así que, anteh de
termináh el desayuno acabaráh llorando o gritando de rabia. De
cualquieh forma lamentable menoh riendo...
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