Pi y el Valle del Guadalquivir
Encarcelado
en libertad como el asombroso Pi, en este cuarto con aire artificialmente seductor
que me aboca a la deriva de pensamientos utópicos. Quizá no corra peligro mi
vida como si estuviera al alcance de las garras hambrientas de un tigre de
bengala, pero el calor a las cinco de la tarde en Sevilla es el horizonte de
sucesos después de infinitas órbitas de catástrofes. El verano aquí es la
calidez exacta que no se debe sobrepasar, el punto de no retorno, la linde
entre el infierno y la Andalucía del arte puro y el misterio embaucador: La
fragua de Vulcano, la realidad y el deseo, las rimas y leyendas, el placer y el
dolor...
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