Un cortijo andaluz: Gumersindo el porquero (III)
…Así que estoy pensando sacrificarlos, sopesó Gumersindo negando con la cabeza y esperando un consejo de sus acompañantes. Francisco el almacenero le dijo que sólo había que observar detenidamente al perro para reconocer que tenía todos los andares de alguien acostumbrado a esquivar las ascuas del infierno.
Aún tenía teñidos de rojo sufrimiento los pelos negros zainos que delimitaban sus protuberantes mandíbulas.
Antonio, el cocedor de aceitunas, aseguró que más le valdría sacrificar al perro delante de los lechones, así se ahorraría volver a lamentar otro ataque por sorpresa del perro lobo loco, y además daría la oportunidad a los cerditos de rehabilitarse sicológicamente del terror que definía la expresión sin alma de sus ojos, siempre lacrimosos desde aquella madrugada.
Gumersindo se quedó absorto en la candela, sus contertulios, supieron respetar en silencio la deliberación final del porquero, teniendo en cuenta que estaban en juego más de una vida, y se giraron ciento ochenta grados para exiliar también el frío de sus espaldas.
Los jornaleros habían salido ya hacia el campo, unos en sus coches y motos, otros cantando en los remolques para disimular y contrarrestar la tiritona. El patio del cortijo sólo albergaba en ese momento la trascendente decisión que se estaba fraguando en la bien amueblada cabeza del curtido Gumersindo. Francisco y Antonio se volvieron de nuevo, los dos coincidieron al mirar de inmediato la expresión que pudiera tener en su cara el porquero, luego se miraron mutuamente, perplejos por la inusual tardanza de la sentencia sobre la vida de esas inocentes bestias…
Aún tenía teñidos de rojo sufrimiento los pelos negros zainos que delimitaban sus protuberantes mandíbulas.
Antonio, el cocedor de aceitunas, aseguró que más le valdría sacrificar al perro delante de los lechones, así se ahorraría volver a lamentar otro ataque por sorpresa del perro lobo loco, y además daría la oportunidad a los cerditos de rehabilitarse sicológicamente del terror que definía la expresión sin alma de sus ojos, siempre lacrimosos desde aquella madrugada.
Gumersindo se quedó absorto en la candela, sus contertulios, supieron respetar en silencio la deliberación final del porquero, teniendo en cuenta que estaban en juego más de una vida, y se giraron ciento ochenta grados para exiliar también el frío de sus espaldas.
Los jornaleros habían salido ya hacia el campo, unos en sus coches y motos, otros cantando en los remolques para disimular y contrarrestar la tiritona. El patio del cortijo sólo albergaba en ese momento la trascendente decisión que se estaba fraguando en la bien amueblada cabeza del curtido Gumersindo. Francisco y Antonio se volvieron de nuevo, los dos coincidieron al mirar de inmediato la expresión que pudiera tener en su cara el porquero, luego se miraron mutuamente, perplejos por la inusual tardanza de la sentencia sobre la vida de esas inocentes bestias…
Enhorabuena por tu trabajo y ánimo para seguir adelante.
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ResponderEliminarMe dieron penita los chanchitos :(
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTus textos me hacen pensar, y eso me gusta. Ánimo y adelante, que el talento es algo que se cultiva.
ResponderEliminarMe gusta el fluir de este relato compero...
ResponderEliminarSaludos!!
Y QUE PASÓ?..
ResponderEliminarME DEJASTES EN ASCUAS..
ME DA MUCHA PENITA QUE LOS ANIMALES MUERAN...
UN SALUDO
Me ha encantado. También me quedo aguardando la continuación.
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Saludos.
Una flor en medio del apocalipsis... ¿Has leído La Tierra Permanece? ¿No? Pues vete urgente, ¡ya! a comprar esa novela y leela. Me lo agradecerás de por vida. Es un clásico de ineludible (y cruel) lectura. ¿Sigues respirando y exhalando tu aura de elegía y melancolía? Tu insolencia me enerva porque debes saberlo, no hay alma sin alma más melancólica y desesperada que yo. Así deja de sacarme el alimento, vete, vete, sé feliz, mundano. Que yo estoy solo y solo y solo...
ResponderEliminarDesde mi blog: Reflexiones al desnudo
ResponderEliminarUn relato que deja reflexión, acaricia el alma.
Te dejo un beso desde Colombia!
Hola queria felicitarlos por el blog y decirles que esta muy bueno, tambien les queria contar que tengo una pagina web www.catigre.es.tl espero les guste.
ResponderEliminarLos ganaderos aman a sus animales, pero a veces son despiadados con algunos.
ResponderEliminarUn beso.
Ay qué triste, ojala no los hayan sacrificado... Pero el texto está para quitarse el sombrero!!!
ResponderEliminarUn abrazo... lleno de cariño
Con Sal en los Labios
http://consalenloslabios.blogia.com
To by continued, no?
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