Un cortijo andaluz: Gumersindo el porquero (II)
...Sin embargo sus historias nunca versaron sobre sexo, política, metafísica, o la erótica del poder. Esa sonrisa de pícaro adolescente escondía simplemente una innata predisposición anímica a revelar, con verdadero arte y mesura, el misterio que la vida había puesto, como un juego, a nuestra misma altura, según él, vigilándonos.
De repente un silencio sepulcral reinó en la asamblea matutina de sabios, que cada alba se reunía alrededor de la candela reglamentaria para empezar la jornada con la energía del fuego almacenada en sus ropas. El maestro cocedor sabía que el porquero esperaba una chispa en forma de pregunta ajena para desencadenar toda su pasión narrativa, así que le dijo como sin querer; bueno hombre, entonces, ¿qué te cuentas? “Po casi ná”, respondió para disimular el desembarco de las primeras palabras de su relato. Sus dos contertulios sonrieron esperando el inminente desarrollo de una nueva y sorprendente crónica. Tan sólo que esta noche -argumentó Gumersindo aligerando un poco su aún latente estupor- de luna llena por cierto, el cabronazo de su perro había matado de un solo mordisco endemoniado a una de sus guarras, y además, en presencia de sus lechones, los sonidos de asfixia de su madre junto al de la carne desgarrada hicieron que la leche que mamaron quedara envenenada de terror para el resto de sus días, y sobre todo, de sus noches. Si ya era difícil mantener a una piara de cerdos en manada, cuando varios de ellos llevan en sangre el miedo como instinto predominante, la tarea sería cuanto menos, ardua, intensa y desesperada…
De repente un silencio sepulcral reinó en la asamblea matutina de sabios, que cada alba se reunía alrededor de la candela reglamentaria para empezar la jornada con la energía del fuego almacenada en sus ropas. El maestro cocedor sabía que el porquero esperaba una chispa en forma de pregunta ajena para desencadenar toda su pasión narrativa, así que le dijo como sin querer; bueno hombre, entonces, ¿qué te cuentas? “Po casi ná”, respondió para disimular el desembarco de las primeras palabras de su relato. Sus dos contertulios sonrieron esperando el inminente desarrollo de una nueva y sorprendente crónica. Tan sólo que esta noche -argumentó Gumersindo aligerando un poco su aún latente estupor- de luna llena por cierto, el cabronazo de su perro había matado de un solo mordisco endemoniado a una de sus guarras, y además, en presencia de sus lechones, los sonidos de asfixia de su madre junto al de la carne desgarrada hicieron que la leche que mamaron quedara envenenada de terror para el resto de sus días, y sobre todo, de sus noches. Si ya era difícil mantener a una piara de cerdos en manada, cuando varios de ellos llevan en sangre el miedo como instinto predominante, la tarea sería cuanto menos, ardua, intensa y desesperada…
me gustan las leyendas campestres y su gente...a#oranzas de mi tierra y sus personajes..me trajo tu bosquejo...hermoso!! y la foto es una ternura..me robo el corazon!!
ResponderEliminarun abrazo.
pobres cochitos testigos de la muerte de su madre. bua...
ResponderEliminarFELIZ AÑO 2008!!! QUE VENGA FULL CARGADO DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD. BESOS Y UN GRAN ABRAZO.
ResponderEliminarson buenas...
ResponderEliminaroink?
suena a leyenda urbana campestre verdad?
ResponderEliminarque extraño parece
saludos desde la isla :) feliz año
¡Pobre Gumersindo! ¡pobre cerdita!
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog, estás invitado a hacerlo más veces.
Un saludo y... ¡feliz año!
Quizá el miedo les impulse a esquivar su me temo que fatal destino ¿no?
ResponderEliminarHola, lanobil, gracias por comentar en mi blog. Que también tengas un buen año. Nos leemos.
Te deseo que los RR.MM. te traigan toda la felicidad del mundo
ResponderEliminaroiñ!!! oiñ!!! pobrecitos que pena... bueno es mi primera vez por aqui y espero que sea la primera de muchas mas entradas, un saludo y feliz noche de reyes que no te descarguen un trailer de carbon delante de casa jaja... por equivocación claro jaja, adeu...
ResponderEliminarSniff. Pero impresionante. Gran blog. Arte. El arte de la palabra escrita. Felicidades.
ResponderEliminaruf! qué historia! .... fuerte pero me enganchó
ResponderEliminarfelicitaciones
saludos!
que buen relato.. me gustan mucho las historias.. así sencillas de gente sencilla!!
ResponderEliminarUna burbuja de aire en la sangre, una gota de agua en el cerebro, bastan para que el hombre se desquicie....
ResponderEliminarSaludos!
me gusta este tipo de relatos, de una forma muy sutil me hiciste recordar a Horacio Quiroga.
ResponderEliminarGracias por la visita, te enlazo y regreso.
Promesa!
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Curiosa reflexión esa de llevar el miedo en sangre, curiosa...
ResponderEliminarMe dan pena los pobres lechoncitos, testigos de la muerte de su madre así, de forma tan cruel, a mordiscos!
Pero resulta que también estoy pensando en una pata de jamón... Ozú, qué rico!
Me declaro Jamonera Mayor del Reino, y onfieso mis contardicciones, puesto que estoy totalmente en contra de cualquier violencia hacia los animales (y en contra de cualquier tipo de violencia), y que soy vegetariana pecadora... Ora pro nobis!
A más de los mases, que me gustó el relatito... To by continued?
Eso espero!