Bienvenidos, prosélitos
He de confesaros que, en días como hoy, no puedo evitar escribir algo parecido a lo que estáis leyendo, llegando incluso, en un acto temerario e irresponsable de proporciones hasta ahora inauditas, a ser exactamente esto. Y porque lleva pasándome en algún momento de cualquier día desde siempre quiero dar testimonio de ello.
Prosélito de un nuevo propósito para existir que busca la plenitud en cada acto, en todo gesto y mirada cómplice, me hallo.
Seguidme ilusos y descerebrados... ¡Aleluya hermanos aleluya!...
Seguidme ilusos y descerebrados... ¡Aleluya hermanos aleluya!...
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