Cuentos eróticos: Pasión de metro (II)
Quien dice los pies llega de soslayo hasta la cintura, sus
botas negras de medio tacón y hebillas heavy daban paso a unas piernas
propensas a la infinitud, en esa justa proporción entre la esbeltez y lo
robusto, no podía imaginar unos leggins mejor adaptados y creando formas más
adictivas que el vaquero negro que ella llevaba como invitando a soñar en
paraísos y aquelarres. No me parece muy correcto hablar de su culo, pero
ocultarlo como si fuese un culo más de un mundo con seis mil millones de culos
me parece un acto de desconsideración y frivolidad supina. ¿Qué significado
tendría que Dios o el azar pusiese en la tierra unos glúteos de esa magnitud al
alcance de tu mirada si no pudieras dar gracias por ello en voz alta compartiendo
ese hallazgo casi mitológico con tus seres más cercanos y masculinos? Su cuerpo
lo modelaba y abrigaba una camiseta elástica blanca y una cazadora negra con
cientos de cremalleras de plata desabrochada lo justo para imaginar unos pechos
sin fronteras de una redondez geométrica universal. Pero lo que realmente
deslumbraba de ella, lo que hacía que a los dos segundos uno se preguntara como
se atrevía a contemplar aquella maravilla sin merecerlo, sin ser un príncipe
encantador o un héroe de leyenda, era su cara, el rostro de aquella muchacha
del metro era la guinda que encumbraba la creación del mundo, la cima de
belleza, de la armonía de sus piernas adentrándose en su culo, de la órbita
hipnótica de sus pechos asomando a la luz. Era la confirmación de que hay algo
grandioso que ha de conjugar ciertas cosas para dotar de imaginación y
esperanza al resto de lo vivo…
Déjeme un email en el formulario de la izquierda y recibirá gratis un adelanto
de mi próximo libro "El libro de Cuentopoemas"
de mi próximo libro "El libro de Cuentopoemas"
No hay comentarios:
Publicar un comentario