La historia más triste de la historia (fragmento)
Jamás olvidaré esa breve falda negra que se
ceñía a su cintura y a sus piernas como la arritmia a mi sangre de resucitado a
la belleza. Esa justa compresión que ejercía la ropa sobre sus formas hacía de
su cuerpo un arma de seducción masiva. Era fácil imaginar la complejidad que
tendría la naturaleza para repetir ante mí esa misma proporción de tristeza,
voluptuosidad y misterios que continuamente se amasaban en María, y que hacía
retroceder a mis órganos y músculos como preparándose para saltar sobre una remota posibilidad: esa que ahora mismo pasaba ante mí, dejando las llaves junto a
mis manos y dirigiéndome un tímido, —hasta luego—. Con la delicadeza y la premura
de un ángel con las alas raídas, a punto del quebranto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario