Loles (II)
Estaba en una etapa de su vida donde todo, tanto lo que
imaginó como lo sobrevenido se mezclaban inciertamente. Ella era una mujer independiente,
profesional de cierto éxito, treinta y tres años de elegancia y de buen gusto que
se tambaleaban últimamente en la intimidad donde antes se retiraba a sacar
brillo a sus trofeos y a recargar con sabiduría y esperanza el alma.
Tres compañeros en dos años no era el problema, que se
decidiera a invitarlos a vivir con ella sin apenas sopesarlo, tampoco. Lo que
la confundía era la imposibilidad de acertar con los hombres. Quizá fuese demasiado
exigente o, tal vez, demasiado poco para ofrecerles compartir su, en otros
tiempos, reservado espacio…
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