Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

Placer mutuo
Moda poética (ediciones limitadas)

viernes, 31 de enero de 2014

Si me quieres


http://www.cuentopoemas.com/products/si-me-quieres/

Si me quieres te prometo que —siempre
que sea de esa forma precisa donde
todo lo demás va desintegrándose
avergonzado, o trata de adaptarse...
cardíaco
a nuestro rastro de vida edénica—,
te haré aquello que tanto echas de
menos porque, aunque nos reconozcamos
en cada ahogo, la saliva nos reinventa
sin cesar
y nos proclama inauditos y
majestuosos



A la venta en:  www.cuentopoemas.com




jueves, 2 de enero de 2014

Extraña de Pablo Navidad la (III)

y de su futuro. Con un impulso de rabia que incluso a él sorprendió les gritó: —¡quitad vuestras manos de mi piano, enanos ladrones!—. Aquellos seres se quedaron literalmente petrificados al escuchar la exigencia de Pablo. Todos se habían convertido en una escena de porcelana. Luego se miraron, fruncieron el ceño, algo les había enfadado.
—¿Enanos, nos has llamado enanos? Eres un niño muy maleducado, somos los admirados Elfos justicieros, encargados de dar una lección de humildad a los niños que no se merecen la Navidad —le contestaron los cinco al unísono—
Pablo bajó las escaleras sin saltarse ni uno de los veintiún escalones, lentamente, parecía urdir un nuevo plan en cada escalón que descendía. Llegó al salón, los Elfos volvieron a levantar el piano como si la proximidad del niño no les preocupara en absoluto.
—¿Por qué decís que no merezco la Navidad? Me encanta la Navidad, es la época del año que más me gusta —dijo Pablo angustiado—
Los Elfos no le respondieron, volvieron a coger el piano, lo subieron por la escalera, una vez en el pasillo de arriba lo volcaron sobre la barandilla. Pablo les suplicó que no lo hicieran, incluso intentó evitar que lo dejaran caer tirando de él hacia atrás pero la fuerza de los cinco Elfos era equiparable a la de cinco elefantes furiosos. Como era de esperar el piano se precipitó al vacío pero antes de llegar al suelo desapareció como si se lo hubiese tragado el mar, era pura magia lo que estaba viendo y no sabía si disfrutar de ella o salir corriendo. Los justicieros se dirigieron después a la habitación de Pablo, éste les seguía preguntándoles sin cesar a dónde habían enviado su piano y por qué. Los hombrecillos lo seguían ignorando, entraron en su habitación, desplegaron en el suelo una especie de gran mantel de picnic y comenzaron a echar en él todos los regalos de reyes que encontraron. Ni el propio niño recordaba con exactitud qué regalos eran de Navidad, cuáles de cumpleaños, del día de su Santo, o como premio a unas buenas notas del colegio. Pablo entendió por ello que realmente eran Elfos navideños y que, por alguna extraña razón, estaban castigándolo arrebatándole todos los regalos que le habían hecho  en esa entrañable y maravillosa fecha...

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