Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

Placer mutuo
Moda poética (ediciones limitadas)

jueves, 29 de mayo de 2008

El pueblo incierto (VI)



Apenas me encontraba a cien metros de las primeras casas y de la oscura iglesia de la torre más alta. Mi corazón se aceleraba en dirección opuesta a mi instinto de supervivencia, y mis manos frías sudaban como intentando huir por el aire, evaporándose. Todo ello acompañado del ritmo marcado por los gases descompuestos e inagotables del infierno, que festejaban la inminente llegada de males a través de mi recto.
Salí de la plantación, crucé un camino que recorría perpendicularmente la primera fila de casas del pueblo. Ya estaba allí, frente a la impecable fachada principal de la gran iglesia gris de las campanas eternas. Alcé la vista hacia el campanario, nunca había sido demasiado devoto, pero pedí con toda la fuerza que pudo reunir mi desesperación, a todos los santos y vírgenes de todos los cielos, que velasen por mí, aunque con ello perdiera el poco crédito que pudiese haber reunido en mi vida, por mis buenas acciones. Ahora debía decidir sin precipitación si tenía que dejarme ver por las calles del pueblo, esperando que ellos acabaran de enervar mis nervios con su ausencia, o peor aún, haciendo acto de quién sabe qué presencia, o como parecía lógico debería intentar entrar en la parroquia para establecer contacto con el insufrible campanero. Contemplé una vez más la estructura indolente, casi sacrílega a los ojos de un pecador inconfeso como yo, de la casa de Dios. Opté por continuar andando por medio de una de las calles, poco a poco fui adentrándome en el laberinto en el que se convirtió este pueblo solitario y desconocido, miré cada uno de los edificios con los que me encontraba; cada puerta, cada ventana…

lunes, 26 de mayo de 2008

Antes de ella



Antes de ella nada mítico existía.
No logro recordar qué habitaba cada lugar
donde su lengua indómita resbala y se
deshace impregnándolo todo de
inescrutables mundos frenéticos,
sobre cada una de mis expectantes células.
Cada histérico camino, cada húmeda alucinación
se concentra en la equidistante encrucijada
de nuestro cuerpo híbrido;
de agujeros negros y héroes mitológicos.


¿Qué pudo existir dónde ahora depositamos
devotas danzas y vehemente arquitectura
de plegarias?
¿De qué era destino mi espalda si tú no te
aferrabas; suplicando y exigiendo a la vez,
todas las entradas a todos los paraísos?


¿Qué siniestras formas dislocadas
dibujaban mis manos en el aire vacío,
y que ahora habita el arte excelso de
acariciar desde tu cintura a tu pecho?


Si todo era vacío, no sé a quién agradecer
el haberme sostenido inocente e ingenuo,
confinado en una vida sin tu paleta de
sentidos, y tu influencia de erudita suicida.

jueves, 22 de mayo de 2008

Luis Cernuda (La realidad y el deseo)

Uno de los grandes poetas andaluces, perteneciente a la generación del 27. Y aunque nunca haya sido tan popular como Bécquer, Alberti, Lorca, o Machado, sin duda alguna su obra es una de las más profundas y brillantes que ha dado la poesía en español.
Republicano confeso, se pasó media vida exiliado, impartiendo clases en Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y México, País este último al que amaba profundamente y, donde finalmente moriría en 1963.
Su vida estuvo marcada por un carácter extremadamente introvertido y por la distancia de su tierra; sus deseos enfrentados constantemente a la realidad que le tocó vivir, y que frenó sus expectativas a favor de la soledad y la tristeza.

Este vídeo no tiene demasiada calidad, pero para eso ya está su poesía:

lunes, 19 de mayo de 2008

El cielo (según San Morfeo)



Hoy soñé que estaba muerto,
y que después de todo, había un cielo.
¡Quién lo habría imaginado!
En él coincidía todo lo indispensable;
una toalla húmeda brevemente sujeta
a tu cuerpo reclinado, con mi campo
de visión, y el alcance de mis manos,
curiosamente frías.
El tiempo pasando, los momentos claves
siempre disponibles, mis bolsillos
rebosando de tus sonrisas y tu silencio.

Mi familia, mis amigos;
todos plenamente felices,
asumiendo con gozo el
hecho de que yo fuese el
único
que decidiera cuando
teníamos que vernos.

Coexistían sin clasismos quienes
provenían de sus aprobadas
vidas terrenales, con los
indultados del infierno.

Qué placer poder conversar
en la zona menos idílica, y
por tanto más inspiradora,
con grandes cuentistas y poetas;
Neruda, Melquíades en representación
de Márquez, Cernuda, etc...

¡Qué ingrávida paz nos embarga!
Si se pudiese morir de placer,
sería aquí, si lo llego a intuir antes...
Aunque es fácil decirlo cuando ya estás
muerto, y nadie sufre por saberlo.

jueves, 15 de mayo de 2008

El pueblo incierto (V)



Intentar escapar traería consigo una reacción de fuerza por su parte que debería atenuar en la medida de lo posible. Decidí no continuar avanzando, de todas formas el pueblo seguiría estando seguramente a la misma distancia constante e infinita, me quedaría allí, esperando que contactaran conmigo. Me adentré unos metros entre los girasoles, esperando encontrar en la senda dejada por el supuesto espía algún vestigio que delatase su naturaleza, entonces advertí que el suelo tenía una firmeza inusual, me agaché, removí la tierra rojiza con mis manos apocalípticas, y apareció ante mi atómica ansiedad una estructura metálica a apenas un centímetro de profundidad, de la cual brotaban los tallos. ¿Qué podía significar eso? Rápidamente mis alucinadas neuronas opinaron que debía tratarse de una plataforma para mantener artificialmente a las plantas en el mismo estado que cuando invadieron el pueblo, creyendo que así mantendrían dentro de la normalidad la apariencia cotidiana de los alrededores del lugar.
Cambié de planes: si sus centinelas pudieron llegar hasta el pueblo a través de la plantación, también podría hacerlo yo, así que seguí lentamente uno de los caminos abiertos en línea recta hacia el macabro sonido de la torre más alta. No sé si me alegré de haber acertado en mi deducción, pero la verdad es que a cada paso que daba el tamaño de las casas aumentaba, al fin estaba acercándome irremediablemente, y de nada servía el que deseara con toda mi alma que fuese a la inversa; que cada zancada me alejase cien metros de aquella incierta realidad de la que no podía desterrarme. Respiré hondo y bebí un trago de una botella que llevaba en la mochila, el agua me supo a sudor de dos días cuando se mezcló con mi saliva y antes de caer en el pozo incandescente en el que se había convertido mi sufrido estómago... (seguiré atormentándome con su recuerdo)

lunes, 12 de mayo de 2008

La condición humana



Si la vida fuese eterna
hasta que la muerte apeteciera…

Si creyésemos ciegamente en dios,
y en lo esperanzador de sus designios…

Si ella creyera incondicionalmente en mí…

Si agradeciéramos a la tierra, cada día,
el disfrutar juntos de ella…

Si Dios nos quisiera aún endemoniados;
escupiendo dudas como pecadores enfermizos…

Si la ciencia avanzara a un año por hora…

Si esta vida sólo fuese el ensayo de una
perpetua obra maestra…

Si fuésemos algo más idiotas, y lográramos
desterrar todas las falsas expectativas.

Si una sola condición se hubiese cumplido,
no importaría que estas palabras existieran.

jueves, 8 de mayo de 2008

El pueblo incierto (IV)



Poco a poco un sonido agudo e irritante, de una frecuencia casi inaudible para el ser humano fue ocultando al de las campanas, yo me protegí los oídos con las manos para intentar mantenerme asido a la débil reja que sostenía aún con vida a mi cordura. De pronto una infinidad de caminos se abrieron entre los girasoles; desde todas las direcciones el sonido a tallos quebrados y a marcha desenfrenada ofrecía ante mi atónita mirada un espectáculo sobrecogedor e indescriptible; como si el diablo llamase a filas a todos sus demonios, amenazando con el paraíso al que osara llegar el último. Todos los frenéticos senderos se dirigían hacia el pueblo. Cuando se alejaron me puse en pie, luego me subí en la roca que había utilizado de abrigo, no hubo manera de ver qué tipo de alimañas salieron del sembrado, estaba demasiado lejos para ver esos detalles. y me quedé allí subido un buen rato, sin tener la más remota idea de lo que iba a hacer, sabiendo que en esa posición, mi silueta desolada estaba deformando el valle, y era un blanco perfecto para cualquier ojeador que me pretendiese. De alguna manera supe que ya hacía tiempo que habían advertido mi presencia, así que reaccioné quizá de una forma absurda, pero grité a pulmón lleno ¡Hooolaaa!, abandonándome por completo a las intenciones de quién sabe qué inauditos seres.
Reconozco que mi reacción no fue precisamente el paradigma de nuestro instinto de supervivencia como especie, pero algún sentido oculto me aconsejaba asumir que no podría salir de allí sin afrontar que estaba a merced de ellos, y que…

lunes, 5 de mayo de 2008

...En definitiva...Salvaguárdame



...En definitiva, necesito el aire
que desprende la certeza de que
estás ahí, y que nunca claudicarás
frente al destierro que inflingo
a la parte de la tierra que cuenta
incondicionalmente conmigo.
Preciso que merodees inagotable los
entresijos de mi pusilánime ánimo
por otros mundos, y en otros sentidos.
Que trashumes mi espíritu
en cuanto se confunda con la inercia
de días plagiados y ocres.
Júrame que zarandearás mi pegajoso
recato aunque te crucifique de reojo
en mi soliloquio.
Fusílame con el futuro visto desde
la espontaneidad de tu sonrisa.
Condéname a vivir en primicia
cada detalle que pueda ser mimado
para engendrar entre ambos un milagro.
En definitiva… Salvaguárdame.

jueves, 1 de mayo de 2008

Pedro Reyes (El Hombre)

Yo me considero de la generación de la “bola de cristal”, ese programa infantil que dio la oportunidad a tantos artistas innovadores en los años 80, y que marcó de alguna manera a nuestra generación con un espíritu más o menos creador.
Fue ahí donde conocí a Pedro Reyes haciendo dúo cómico con Pablo Carbonell, dos locos andaluces por los que siento verdadera debilidad. Definir el humor de Pedro Reyes es tan difícil como que te deje indiferente, es todo lo absurdo que hay en el hombre enfrentado a su miseria, o quizás, todo lo contrario.
Vean este vídeo donde nos regala una particular reflexión sobre la condición humana: “El Hombre”.



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