De cómo y cuándo supe el porqué (IV). La madre (cont..)
MAMÁ.- Las claves de tu vida es un puzzle que sólo tú podrás completar. Pero te ayudaré a organizar las piezas en las que yo aparezco. Empecemos, por ejemplo, por analizar el origen de tu machismo.
JUAN.- Yo no soy machista, al menos ideológicamente, pero si en la práctica me asoma algún atisbo de machismo tengo muy claro que es por tu culpa, en ese sentido me malcriaste, incluso hubo períodos en que puse algo de resistencia, aunque reconozco que caí rendido ante la comodidad y el tiempo virgen que se me brindaba. Que ahora admita que lo desaproveché no tiene relevancia alguna.
MAMÁ.-Bien, admitamos que te educaste en un ambiente machista. ¿Aún mantienes ese argumento para justificar que lo sigues siendo, verdad? Supongo que si te diste cuenta hace tiempo de mi nociva influencia, has tenido el tiempo suficiente desde tu infancia para corregirlo con creces, y ahora no tendrás el más mínimo roce con Eva por ese motivo.
JUAN.- ¿Influencia de mi infancia? Si me he casado con treinta y tres años, ese influjo aflora sin avisar, me sorprendo, a veces, a mí mismo aletargado en su voluptuosidad, júzgame por el grado de esfuerzo que empleo para combatirlo y no porque todavía esté ahí. Y sí, sigo discutiendo con Eva por ese motivo, aunque la mayoría de las polémicas son por causas totalmente injustificadas, más bien por la intolerancia que demuestra alguien que se cree liberada, como si eso fuera posible para alguien que tiene que limpiar lo que ensucia. El simple hecho de que una persona tenga un leve, intermitente e involuntaria reminiscencia de su pasado no le da derecho a nadie a dudar constantemente de él.
MAMÁ.- Tienes razón pero, ¿cuántas veces has ejercido ese papel de víctima indefensa, conscientemente o no? Y has escurrido el bulto sin que nadie te lo reprochara, aprovechándote para hacer lo que te viniese en gana.
JUAN.- Yo no soy machista, al menos ideológicamente, pero si en la práctica me asoma algún atisbo de machismo tengo muy claro que es por tu culpa, en ese sentido me malcriaste, incluso hubo períodos en que puse algo de resistencia, aunque reconozco que caí rendido ante la comodidad y el tiempo virgen que se me brindaba. Que ahora admita que lo desaproveché no tiene relevancia alguna.
MAMÁ.-Bien, admitamos que te educaste en un ambiente machista. ¿Aún mantienes ese argumento para justificar que lo sigues siendo, verdad? Supongo que si te diste cuenta hace tiempo de mi nociva influencia, has tenido el tiempo suficiente desde tu infancia para corregirlo con creces, y ahora no tendrás el más mínimo roce con Eva por ese motivo.
JUAN.- ¿Influencia de mi infancia? Si me he casado con treinta y tres años, ese influjo aflora sin avisar, me sorprendo, a veces, a mí mismo aletargado en su voluptuosidad, júzgame por el grado de esfuerzo que empleo para combatirlo y no porque todavía esté ahí. Y sí, sigo discutiendo con Eva por ese motivo, aunque la mayoría de las polémicas son por causas totalmente injustificadas, más bien por la intolerancia que demuestra alguien que se cree liberada, como si eso fuera posible para alguien que tiene que limpiar lo que ensucia. El simple hecho de que una persona tenga un leve, intermitente e involuntaria reminiscencia de su pasado no le da derecho a nadie a dudar constantemente de él.
MAMÁ.- Tienes razón pero, ¿cuántas veces has ejercido ese papel de víctima indefensa, conscientemente o no? Y has escurrido el bulto sin que nadie te lo reprochara, aprovechándote para hacer lo que te viniese en gana.
Muy agudo, si señor. Siempre he dicho que las madres son quienes presumen de amar a sus hijos mas que nadie y las que mayor poder tienen para herirles. Lo dice una madre, una hija y una abuela. Un fuerte abrazo.
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