Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

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Moda poética (ediciones limitadas)

lunes, 14 de octubre de 2013

El jardinero de María (I)


 
Olvidó incluso pestañear en los cinco minutos maravillosos donde María estuvo ligeramente inclinada sobre la piscina limpiando con el recogedor de superficie las hojas, insectos y demás fauna agónica que flotaba a la deriva sobre el agua serena y rea,
como dejándose llevar por una placentera armonía improvisada que él jamás había experimentado. Con una camisa de hombre que costaba más que todo el armario del jardinero y que dejaba entrever la piel más suave y voluptuosa que unas manos podían imaginar a quince metros de distancia. Cuando María dejó de limpiar, más bien de auxiliar a aquellos desahuciados seres, y tomó con reminiscente delicadeza el pomo de la puerta para entrar en el chalé, el tímido espectador decidió respirar de nuevo, tan profusamente que recordó cada una de las células de aquella diosa agasajándole, y el universo dejó de expandirse, incluso se contrajo para imaginarse más cerca de ella.
Ricardo era un biólogo sevillano en paro, llevaba varios veranos trabajando de jardinero en Marbella por recomendación de un amigo de carrera, de la carrera de biología, no la de jardinero, claro, aunque bromeaba diciéndose que, si hubiese adivinado dónde iba a desarrollar sus conocimientos, habría elegido la rama de podánica en vez de la de zoología. Os podéis imaginar la cantidad de cuerpos maravillosos —incluso los que rivalizaban en operaciones con Frankenstein—, rostros celestiales y sonrisas hipnóticas que había visto en aquellas mansiones pero, María era María, su María, la María que redimía los pecados del resto. Todo en ella lo conducía a la antropofagia, a la libación, a todo lo dionisíaco y apolíneo aleándose en un crisol como lava inaudita.
Ricardo continuó arreglando el jardín, era tan grande y frondoso que toda la jornada la pasaba en la órbita de María. Haría lo mismo aunque fuese gratis. Los martes de verano se habían convertido en días mágicos, era como cuidar las flores de un paraíso personalizado, un escenario perfecto para unas circunstancias sin mucho futuro ya que…

 

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