Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

Placer mutuo
Moda poética (ediciones limitadas)
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viernes, 10 de junio de 2016

La firma



Quizá no nos merecimos nunca,
Puede que fuésemos errores recíprocos 
Renaciendo y empeorando como la mala hierba,
Fuera como fuese eres a partir de hoy
Tan solo una firma que deja atrás mi mayor pesadilla…


Antonio Ruiz Bonilla  (Poema 2016, dedicado a J. M. Rebollar)  


Sansón y Dalila (Rubens)

jueves, 9 de junio de 2016

Ahora sé

Ahora sé que, siempre quise;
A veces pienso; puede que algún día;
A partir de hoy; quizá cuando seamos,
Era decir ahora necesito;
Era rogar: quiéranme sin duda alguna
De que lo merezco.


jueves, 23 de abril de 2009

Las plagas



Digamos que arrecian plagas; que
los mares se derraman y llueve sombras;
que las paredes transpiran alevosía
cuando hacinamos —como sepultureros—
nuestra derrota bajo pantallas y libros.
Sin retomar intenciones.
Despreciando todo orden de necesidad.
Deglutiendo palabras afables.
La vida se petrifica en cada gesto de censura.
Nieva el futuro muerto.
Resuenan marchas fúnebres sobre el deseo.
Digamos que la luz, oculta, y el agua arde
en la distancia que nos declara homicidas.
Que el mundo se vuelve un sórdido penal.
Y el tiempo es un fanático racista de
los momentos donde éramos extracto y meta.
Parece que arrecian plagas. Diría incluso
que se cierne sobre nosotros un Apocalipsis
prematuro. Mientras, tú, yo, silencio.

jueves, 12 de junio de 2008

El crepúsculo



agoniza el día, se mimetizan las horas
con todo lo ambiguo que nos domina,
nuestra primavera es una pandemia
que anula los sentidos, una prisión
para apostatas, siervos de la arrogancia.


Se apoderó un cruel otoño de nuestro tiempo;
dejamos de oír la cálida voz de las cosas bellas,
se deshojaron nuestras manos, se nos pudrieron
los labios, nos tragamos las sonrisas.
Asumimos la trágica derrota de la complicidad.
Anidó un irascible invierno en nuestra infinitud.


¿Dónde venció el silencio a la tolerancia?
¿Quién impuso a quién la resignación de la apatía?
Cambiamos la armonía por indiferencia,
los ríos desbocados, por cuerpos resecos.
El infierno rodea al perdón y al lamento.
No recuerdo cuándo los besos comenzaron a dudar,
Ni cuándo las lenguas a enmudecer,
ni dónde el deseo a especular.


¿Cuál es el sentido de este eterno crepúsculo?
¿Quién debe más amor?
Dime ¿quién crees tú que debe renacer de entre los
despojos, y aprender de nuevo a amar?

lunes, 7 de abril de 2008

Cesó la poesía de repente



Cesó la poesía de repente
como si nunca hubiese existido:
tus cabellos azabaches acabaron
siendo oscuros pelos sin rima,
esos ojos que convertían a cada uno
de sus destinos en emociones únicas
invadieron de velatorios el aire.
Y noto como la tierra se acaba:
desaparece todo ante mí a medida
que giras tu cara acomodándola en la
distancia.
Abandonas a la deriva el mundo que
formamos a base de secretos y saliva,
la respiración se vuelve clandestina
y anuda las tripas al corazón
asfixiando el día, mutilando futuros,
decapitando ilusiones álgidas.
Vuelve cuanto antes te diría
si estuviese aún con vida…
Toda la complicidad a la basura,
cada palabra, cada aleación descubierta.
¿Cómo podría menguar la cuarentena
de silencio que vomitamos sin méritos?
Breve tiempo somos para guardar luto
a esos viles segundos en los que sólo
decir, lo siento, parece más difícil
que recordar todo lo bueno que creamos.
Cesó la poesía de repente.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Negras horas



Eres la llama de un papel;
breve alegría que muere
súbitamente.
Enojada, como olvidada
de repente por todos.

Eres la lluvia andaluza de verano;
polvorienta, sofocante e inesperada,
dominante y acaparadora, todo
lo condicionas cuando apareces.
Arrecias y escampas como un niño;
que admirado ríe, y
olvidado
llora.

Las horas de los días que matamos,
que dejamos pasar sin intentar
apenas sobrevivirlas, se tornan plácidas
camas negras; que ofrecen confortables
olvidos,
sueños de seda suicidas, y
sábanas blancas de abandono.

Intentaré arrancarte,
en pedazos si es preciso.
Arrojaré por el balcón las dudas
que mullen tu almohada.
Abatiré a los cuervos que anidan
junto a ti, tú no los ves, pero
devoran mis ojos cuando observo
tu ternura, tu alma errante, tu
piel contenida, todo tu ser renegando
de los sentidos.

En esta noche, como en tantas otras,
las negras horas, aquellas que matamos,
vuelven con ánimo de venganza,
ocultando albas, silenciando versos y
devorando esperanzas.

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