Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

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Moda poética (ediciones limitadas)
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lunes, 25 de noviembre de 2013

El jardín de las Hespérides


El Jardín de las Hespérides era un huerto que la Diosa Hera tenía en occidente. Hay numerosas hipótesis sobre la ubicación de este vergel pero, a mí, por mi condición de andaluz, me gustaría que ésta fuese la más acertada y aceptada:
Según algunos poetas y geógrafos se situaba en el norte de África, concretamente en Tartessos, lo que hoy conocemos como el Valle del Guadalquivir, en Andalucía. Las Hespérides eran tres ninfas, Hesperatusta, Egle, y Eritia, que cuidaban los manzanos de cuyas ramas brotaban unas manzanas doradas que otorgaban el don de la inmortalidad. Aquellos árboles crecieron de la fruta que la Diosa Gea regaló a Hera con motivo de su casamiento con Zeus  
Como la Diosa Hera no confiaba del todo en las Hespérides, ya que éstas a veces recolectaban las manzanas y cantaban junto a unas fuentes de ambrosía solo para su disfrute, también puso de guardián del jardín a Ladón, un dragón de cien cabezas, cada una de las cabezas hablaba un idioma diferente. Ladón acabaría muerto a manos de Heracles que logró así  llevarse las manzanas en uno de sus doce trabajos.

jueves, 17 de abril de 2008

La leyenda de Psique y Cupido



Cuenta la leyenda que había un rey que tenía tres hijas de inigualable belleza, entre las cuales destacaba de una forma sobrenatural, casi divina, la más pequeña, Psique se llamaba y era tal su hermosura que los súbditos del reino dejaron de adorar a Venus y proclamaron a Psique diosa de la belleza. Venus no podía tolerar tal humillación y ordenó a su hijo Cupido que hiciera que la joven se enamorase del ser más horroroso que existiera. Pero lejos de cumplir su misión, Cupido quedó perdidamente rendido ante sus encantos; entonces se propuso idear una estrategia para no contrariar a su madre y poder disfrutar del esplendor de Psique al mismo tiempo.
El rey consultó a un oráculo para saber por qué su hermosa hija menor no había encontrado marido como sus hermanas, haciéndose pasar por el oráculo Cupido le ordenó que llevase a Psique a una colina donde se casaría con un monstruoso ser volador. Apesadumbrado, el rey acató las órdenes de los dioses, allí permaneció Psique temblorosa hasta que Céfiro la levantó por los aires hasta dejarla en una maravillosa pradera donde ésta se quedó dormida. Cuando abrió los ojos contempló a lo lejos un palacio que parecía de oro y piedras preciosas, una voz la invitó a entrar y quedó maravillada cuando observó la belleza y el lujo de todas sus salas, se bañó en una bañera de oro, eligió un fantástico vestido del armario, y bajó al comedor atendida por invisibles criados. Psique temía la aparición del monstruo pero en cambio escuchó una tierna voz perfumada pidiéndole que se acercara, él la acarició en la penumbra, ella se estremeció de placer, entregándose sin condiciones a su esposo. Después de una apasionada noche él le hizo prometer que jamás intentaría saber su identidad, y menos aún ver su rostro, y ella accedió a sus deseos. Aunque era feliz esperando cada día la llegada de su apasionado y misterioso esposo al caer la noche, le pidió que le permitiese visitar a su familia, Cupido no pudo negarse. Psique narró con todo detalle a su padre y a sus hermanas todo lo que le había acontecido, y la felicidad que irradiaba hizo que sus hermanas se murieran de envidia, así que convencieron a su hermana menor para que intentara descubrir la apariencia de su marido. La misma noche que regresó al palacio, Psique esperó a que su esposo estuviese dormido para iluminar su cara, era Cupido, el más bello de los dioses. Pero una gota de cera cayó en su marido, éste se despertó sobresaltado y reprobó la desconfianza de su mujer, desapareciendo como le había advertido.
Psique se marchitó de pena y recorrió toda Grecia en su busca, enloquecida pidió a Venus que la ayudara, y ésta, para consumar su venganza le puso como condición superar unas pruebas; ella aceptó sin preguntar nada. Mientras tanto Cupido estaba encerrado en una torre como castigo por haber traicionado a su madre.
La primera prueba consistía en separar de una montaña de cereales las siete variedades de trigo que existían, que gracias a unas piadosas hormigas logró superar, Luego consiguió, con la ayuda de un águila, coger agua de la inalcanzable laguna Estigia. Amansó a fieras para llegar al trono de Proserpina, reina de las sombras en el infierno, en busca del secreto de su belleza, la reina le ofreció un cofre que contenía un ungüento con el que todo aquel que se impregnara recuperaría la belleza perdida. Antes de entregárselo a Venus, Psique se untó un poco para intentar borrar de su rostro las marcas de tanto sufrimiento, pero en verdad el cofre contenía el espíritu del sueño y ella quedó profundamente dormida. Céfiro le contó a Cupido todo lo que había hecho Psique para recuperarlo, éste consiguió escapar de la prisión y expulsar de Psique el espíritu del sueño, y con un apasionado beso logró despertarla.
Venus reconoció la fuerza inmortal de su amor y los presentó en el Olimpo, donde la joven bebió del néctar y la ambrosía para ser eternamente feliz junto a Cupido.

viernes, 22 de junio de 2007

La leyenda de Eco y Narciso



La mitología griega nos brinda una infinidad de mágicas historias como ésta: llenas de dioses impredecibles con debilidades humanas, criaturas sobrenaturales, y hombres extraordinarios que han sobrevivido al tiempo como héroes de leyenda. Un grandioso entramado donde se mezclan la sabiduría, la fantasía, la cultura y la religiosidad de aquellos tiempos. Personajes y hechos que son el origen etimológico de multitud de palabras y términos usados en la actualidad. De hecho, estos protagonistas son un claro ejemplo.

Eco y Narciso (un amor no correspondido)

Narciso era un joven de una extraordinaria e irresistible belleza, hijo del río Cefiso y de la ninfa Liríope. Poseía una belleza tan embaucadora que enamoraba perdidamente a todo aquel que tuviese la mala fortuna de contemplar su rostro. Pero su arrogancia y su soberbia le hacían despreciar a todas y cada una de las doncellas que caían rendidas a sus pies. Hacía continuamente caso omiso a las insinuaciones y declaraciones de amor que le profesaban. Un día que Narciso se encontraba tumbado en un prado, abandonado plácidamente en los brazos de Morfeo, soñando seguramente consigo mismo, apareció paseando por allí una ninfa llamada Eco, que tras contemplarlo gentilmente dormido, quedó prendada enseguida de su hermosura, perdidamente enamorada y viendo que Narciso se había despertado y se disponía a alejarse de aquel lugar, intentó salir de detrás de un árbol, pero al pisar una rama seca que había en el suelo, produjo un sonido que alertó a Narciso.
- ¿Quién anda por ahí?
- ¿Ahí? Le contestó Eco
- ¿Quién eres? ¿Por qué no vienes?
- ¿Vienes? Le preguntó Eco
- ¿Dónde estás? No puedo verte
- Puedo verte, repitió Eco
- Ya estoy harto, me voy
- Me voy, dijo Eco, queriendo decir todo lo contrario
Ella lo siguió, pero él no quiso saber nada de una ninfa con una conversación tan estúpida, y se alejó rápidamente de ella. Eco anduvo sin rumbo hasta un acantilado donde fue marchitándose de amor y humillación hasta que sólo perduró su voz, aun muerta se le oye en lugares parecidos repetir las últimas palabras que oye. Eco era víctima de una maldición impuesta por la diosa Hera, que la condenaba a repetir siempre la última palabra, pero nunca la primera. A causa de la ayuda que prestó Eco, a sus espaldas, a las amantes de Zeus.
Al enterarse de su muerte, las hermanas de Eco pidieron ayuda a Némesis, hija de la noche y diosa de la venganza. Ésta accedió, y para vengar a Eco y al resto de mujeres que languidecían por culpa de Narciso, lo condenó impulsándolo a beber de una fuente cristalina donde se viese reflejado. Cuando Narciso vio aquel rostro tan bello, quedó extasiado, intentó atrapar aquella belleza con la mano, pero cuando tocaba el agua la imagen desaparecía, al fin sufrió la amargura y el tormento del amor no correspondido. Así pasaron los días, se olvidó de comer y de beber, absorto en la imagen perfecta, esperando a ser correspondido por su propio reflejo. Poco a poco sus piernas se convirtieron en raíces, su cuerpo en tronco, sus brazos en ramas y su hermosa cabeza en una maravillosa flor que desde entonces lleva su nombre.
Narciso murió víctima de su propia vanidad y arrogancia por un amor no correspondido, y así Eco fue vengada.

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