La amistad errante (I)
Todos se sorprendieron al coincidir puntualmente a la hora acordada, algunos no pudieron contener la emoción y bajaron de sus coches – nada que ver con esos viejos vespinos rojos en los que llegaban antiguamente cargando con los pies de micros, cables, bebidas, y altavoces como si fuesen los zurrones de un borrico- para saludar a los demás, mientras el anfitrión abría la cancela del modesto chalet.
Se trataba de un intento casi desesperado por rememorar aquellos tiempos donde la reuniones entre amigos eran de todo menos escasas, y en ese lugar en concreto siempre fueron de algún modo mágicas; aunque la música y el alcohol nunca fueron el motivo, la verdad es que llegaron a ser los elementos que más veces asistieron a tales eventos, e impregnaban de una dulce sensación una orgía de sonrisas, miradas cómplices, compenetrados guiños, y constantes saludos entre camaradas que creyeron estar unidos para siempre, con la ilusión de pensar que al menos en eso, si serían realmente especiales.
Fueron entrando en la casa con un murmullo repetitivo de saludos, risas pueriles y besos casi al viento, como si fuesen unos desconocidos. Todos de pie en el mítico salón esperaban que alguien con autoridad moral suficiente declarase abierta la veda a ese extinto libre albedrío tan añorado, ese que siempre había reinado al cobijo de esas viejas paredes.
Bueno, ¿a qué esperáis? Dijo Vicente viendo que nadie se atrevía ni tan siquiera a sentarse…
Se trataba de un intento casi desesperado por rememorar aquellos tiempos donde la reuniones entre amigos eran de todo menos escasas, y en ese lugar en concreto siempre fueron de algún modo mágicas; aunque la música y el alcohol nunca fueron el motivo, la verdad es que llegaron a ser los elementos que más veces asistieron a tales eventos, e impregnaban de una dulce sensación una orgía de sonrisas, miradas cómplices, compenetrados guiños, y constantes saludos entre camaradas que creyeron estar unidos para siempre, con la ilusión de pensar que al menos en eso, si serían realmente especiales.
Fueron entrando en la casa con un murmullo repetitivo de saludos, risas pueriles y besos casi al viento, como si fuesen unos desconocidos. Todos de pie en el mítico salón esperaban que alguien con autoridad moral suficiente declarase abierta la veda a ese extinto libre albedrío tan añorado, ese que siempre había reinado al cobijo de esas viejas paredes.
Bueno, ¿a qué esperáis? Dijo Vicente viendo que nadie se atrevía ni tan siquiera a sentarse…
Yo también quiero dejar mi semilla, por nimia que parezca, en este cercano apocalipsis cada vez más inmimente. Gracias por tu visita, por tus palabras. Aquí están las mías. Seguiré visitándote.
ResponderEliminarHe recorrido gran parte de tu blog y me ha gustado mucho, especialmente tu poema "Sin límites".
ResponderEliminarTe agradezco tu visita, ya te he agregado a favoritos.
Un beso con alas >|<
He hecho un hueco en la maldita rutina y he deambulado por tu blog. Me gusta. Me quedaré un rato más leyendo tus poemas.:-)
ResponderEliminarLos amigos, los colegas de juventud y aquellas veladas inolvidables, tratamos con nostalgia de reproducirlas, de rescatarlas del olvido, pero ocurre que ya ninguno de nosotros somos los mismos. Y cada uno ha ido conformando su vida y sus necesidades de distinta forma, y te encuentras con desconocidos.
ResponderEliminarUna escena muy bien descrita.
A ver si tengo un poco de tiempo y me quedo un rato investigando por aquí.
Besos.
Hola, Ianobil!!!. Gracias por pasar por mi casa!!!. Pasé primero por tu casa de poesias la cual me encantó, luego vine para aqui, que me pareció muy bonita tu descripción de una reunión, original por asi decirlo. Prometo volver mas seguido. Mis besosss para vos y gracias de nuevo.
ResponderEliminarhola hermano blogger un saludo desde www.huaymimama.net
ResponderEliminarEl paso del tiempo y la falta de atualización, hacen que las viejas amistades parezcan, por un momento, haberse quedado como bloqueadas o congeladas...
ResponderEliminarPero basta una simple frase, conocida y utilizada en tiempos más lejanos, cuando existía más proximidad, para que se rompa el hielo, y vuelvan a salir esos jóvenes, que disfrutaban pensando tener toda la vida por delante...
Muy buen relato Lanobil!
Saludos:)
El comienzo ya es prometedor. Tiene una narración clara y sin demasiados artilugios gramáticales, que como digo yo, parecen el "rococó" de la literatura. Como dije prometedor, volveré para seguir leyendo como continúa.
ResponderEliminarUn beso lanobil!!
-Sacra, seguiré esperándo que tus gratas palabras vuelvan.
ResponderEliminar-Patrulich, gracias por registrarme, es todo un honor para mí.
-Noe, aquí nunca estorbarás, quedate cuanto quieras y como quieras.
-Tesa, una lástima que no aprovechemos tanta amistad latente. Investígame cuanto quieras
-Sandra, gracias a ti por tu amabilidad, recojo tu promesa.
-Domox, seguro que seguiremos saludándonos.
-Sibyla, lo que hay que intentar es que tengamos la posibilidad de pronunciar esa simple frase. Pero tienes razón.
-Grace, me encanta que lo tildes de prometedor, espero tu calificación final con impaciencia.
Los amigos de otros tiempos que dan unidos por las vivencias compartidas , a veces cuesta volver a retomarlas
ResponderEliminarANDA...
ResponderEliminarme has dado fuerte en el pekeño corazon... dicen q siempre pasa, siempre pnsamos q nunca perderemos el contacto y siempre se pierde, apenas lo comienzo a ver y ya me pega... siempre tu tan oportuno... saludos.
Vale, paso y me siento.
ResponderEliminarEs errante, pero se mantiene cuando tantas cosas los ha unido...
ResponderEliminarEl problema es más el hecho de hacerse mayores y más cohibidos...eso, con una buena dosis festiva, se pasa.
Me gustó tu manera de expresarte. Gracias por tu visita.
Besitos.
Hace poco tuve un encuentro con mis conmpañeros de la secundaria. Muchos de ellos de toda la vida, desde que empezamos el primer año, con solo seis años, otros del barrio. Me reencontré con una amiga d ela infancia a quien no veía desde la adolescencia por cosas que ni siquiera podemos entender ahora...Fue tanta la felicidad de vivir ese momento, que la primera pregunta que se me vino a la mente fue ¿Por qué nos privamos tantos años de esta felicidad? de evocar esos recuerdos, de revivirlos...
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Un abrazo
Menos vergüenza y más acción. Un abrazo.
ResponderEliminarComo debe ser, la amistad siempre errante...
ResponderEliminarUn saludo.
Un blog con palabras profundas, en ocasiones inquietantes; me gusta.
ResponderEliminarCuando puedas ven a buscar tu premio WAIPUEDUCA por casa. Feliz día! un beso
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