La ira, el último vestigio de la esperanza (V). Isabel y yo
¡Pero pasa mujer! Perdona el desorden pero el zafarrancho de limpieza lo hago los…¿Hoy que día es?, sábado, los domingos, siempre limpio los domingos, desde que tengo uso de razón. Una lástima que después de tanto tiempo hayas aparecido por mi castillo el día más sucio y desordenado de la semana.
—No te preocupes, no trabajo para sanidad, además, yo también limpio justo un día después de las visitas inesperadas. En serio, siempre nos ha unido cierta tendencia a la tragedia y a la flagelación ante los desengaños…
—No me dirás que también acabas de separarte…
—Me temo que sí.
—Definitivamente, la vida para cierto tipo de personas es una macabra espiral de desdichas y de placeres efímeros, como la zanahoria para el burro, un reclamo que alguien utiliza para seguir riéndose de nosotros.
—No he venido para terminar de hundirme de tu mano, más bien todo lo contrario. ¿Si quieres me voy ahora mismo?
—No, por favor, no me malinterpretes. Que me ría de nuestra relación y reconozca que, al menos, mi situación es patética, no significa que no me alegre de verte, que, ahora que estás aquí, no necesite oír tu voz, y que me escuches. Eres luz, no sé de donde brotas ni hacia donde iluminas, pero no quiero que te vayas. Hablemos. Y si me permites elegir, quiero que hablemos de mañana, de hoy cuando amanezca, de haciendo qué, te gustaría que te sorprendiera el sol, y yo, si no es condicionar demasiado tu imaginación.
Inútil andarse por las ramas...
ResponderEliminarUn beso
Intensos textos. Hermoso blog. Desde Venado Tuerto, en la Argentina, un fuerte abrazo, mañana recomendaré tu blog en mi programa de radio.
ResponderEliminarJuan
Sobre este texto que tienes publicado en tu blog, ¿quién es el autor? ¿tú, o el anónimo? Copia y pega el enlace para verlo. Espero respuesta aclaratoria, por favor. Gracias.
ResponderEliminarhttp://literaturame.net/tag/asparoi/
—Arantza. Debemos afrontar con dignidad nuestra condición de burros. Un abrazo
ResponderEliminar—Juan Carlos. Es un honor pera mí que me recomiendes. Siempre tendrás un lugar reservado en el fin de los tiempos.
—David. Pues sí, es mío. Uno de tantos relatos interruptus que casi escribo. Espero que tu interés sea porque te haya gustado. Un saludo