Amor mortal
Él le confesó mientras retrocedía, abandonando sus manos en llamas en el vacío, que nunca había sentido por nadie algo tan inmenso como el mar, y más bello que el resto de la vida; más necesario incluso que el agua o el aire cuando se había poseído. Pero ahora, lamentablemente, no podía hacer nada para permanecer juntos, eran órdenes superiores. Ella miró hacia el suelo, suspiró profusamente, se puso las manos sobre la cara y entre los dedos lloró gusanos y lava mientras le decía: yo tampoco he conocido a nadie al que estuviese dispuesto a seguir hasta la muerte, aunque sea demasiado tarde para reconocerlo.
Me abandonas por unas alas que probablemente serán de mosca. Yo que hubiese renunciado al cielo y faltado a Dios por estar contigo ardiendo en el infierno eternamente…
Me abandonas por unas alas que probablemente serán de mosca. Yo que hubiese renunciado al cielo y faltado a Dios por estar contigo ardiendo en el infierno eternamente…