Valencia y la Fórmula uno

El gran valedor de la fórmula uno, el inglés de la Gran Bretaña Bernie Ecclestone, ha amenazado y a la vez prometido, todo ello sin que su rostro se vasodilatara, que Valencia sólo albergará pruebas del mundial de automovilismo si Francisco Camps es reelegido como presidente de la Generalitat Valenciana por cuatro años más. ¿Para qué valorar bagatelas como si el proyecto de circuito cumple las exigencias que impone el mundial, o si los ciudadanos están a favor o no de asumir las incomodidades y gastos que conlleve la preparación de la ciudad para tal evento? Nada, nada, lo realmente importante es el vínculo existente entre el magnate inglés y el yerno de Aznar, ahí está el ser o no ser de esta crucial concesión.
¿Acabarán nuestros políticos prometiendo, a cambio de que depositemos en ellos nuestra pueril confianza, acontecimientos fastuosos y fichajes galácticos, como los candidatos a la presidencia de los grandes clubes de fútbol? Ya puedo imaginar al PSOE contraatacando: prometemos que si de nuevo ganamos las elecciones, nacionalizaremos a Kaká, a Valentino Rossi y a la chica wonderbra, además se disputará en Valencia los play off de la NBA.
En desuso quedaron promesas como la reducción de los impuestos, la seguridad ciudadana, la subida del poder adquisitivo y el pleno empleo. Los ciudadanos también queremos un cambio en el mensaje político, ya está bien de intentar inútilmente, plebiscito tras plebiscito, hacernos creer que una sociedad tan consumista y endiosada puede tener alguna solución razonable para sus problemas cotidianos. Anhelamos más famosos, más programas rosas que los descuarticen por vivir mucho mejor que nosotros, más fiestas multitudinarias, más bancos dispuestos a hipotecar nuestra alma, más títulos deportivos con los que poder soñar y presumir en esta vieja Europa, consumida por el dinero, las apariencias y el poder.