La historia más triste de la historia (XVI)
Pero pase, aún he de curarle esa mano, y no me diga que no es nada, o que usted, perdón, tú misma vas a poder desinfectarla, entre otras cosas porque en la habitación no hay botiquín. Y seguro que en su maleta la ropa sólo deja sitio para un pequeño neceser repleto de pinturas y cremas, nada recomendables para tratar heridas.
Fue la primera vez que toqué su mano, que noté sobre mi piel receptiva —como una flor carnívora— una parte de su inefable cuerpo. En esos minutos se concentraron y me recorrieron más sensaciones agradables por segundo que en cualquier otro momento de mi pasado. Pude respirar del aire seco que desalojaban sus pulmones cuando algún que otro roce del algodón le hacía daño. Oí el sonido de su cabello acomodándose en su cabeza después de enredarse en el viento de nuestro prometedor paseo. Y en su mano sentía el latir de su tristeza, que adopté de inmediato para intentar que la sobrellevara de una forma más difuminada. Supe desnudar su perfume hasta que sólo quedó su olor de Alhambra en primavera.
–Creo que ya puede valer, me ha desinfectado la herida, quitado la pintura de uñas, y desde que era una niña no me había visto la piel tan rosada y fina como me la has dejado ahora. Si sigues dos minutos más acabaré borracha como una cuba.
–Ahora le pondré unas tiritas y mañana como nueva. ¿Le duele? ¿Le doy un analgésico?
–Sí por favor, lo peor que me podría pasar es que el dolor no me dejara conciliar el sueño. La verdad es que ahora mismo no siento los dedos, será por efecto del alcohol. Muchas gracias, me voy a mi habitación, estoy rendida. Buenas noches.
Buenas noches le deseé, y esperé que se alejara lo suficiente por la escalera para acabar la frase anónimamente diciendo: querida. Tuve la imperiosa necesidad de anunciar al mundo —fuese o no lógico, pueril, básico, o instinto prescindible— que la quería, y me sonrojaría reconocer hasta qué punto...
Fue la primera vez que toqué su mano, que noté sobre mi piel receptiva —como una flor carnívora— una parte de su inefable cuerpo. En esos minutos se concentraron y me recorrieron más sensaciones agradables por segundo que en cualquier otro momento de mi pasado. Pude respirar del aire seco que desalojaban sus pulmones cuando algún que otro roce del algodón le hacía daño. Oí el sonido de su cabello acomodándose en su cabeza después de enredarse en el viento de nuestro prometedor paseo. Y en su mano sentía el latir de su tristeza, que adopté de inmediato para intentar que la sobrellevara de una forma más difuminada. Supe desnudar su perfume hasta que sólo quedó su olor de Alhambra en primavera.
–Creo que ya puede valer, me ha desinfectado la herida, quitado la pintura de uñas, y desde que era una niña no me había visto la piel tan rosada y fina como me la has dejado ahora. Si sigues dos minutos más acabaré borracha como una cuba.
–Ahora le pondré unas tiritas y mañana como nueva. ¿Le duele? ¿Le doy un analgésico?
–Sí por favor, lo peor que me podría pasar es que el dolor no me dejara conciliar el sueño. La verdad es que ahora mismo no siento los dedos, será por efecto del alcohol. Muchas gracias, me voy a mi habitación, estoy rendida. Buenas noches.
Buenas noches le deseé, y esperé que se alejara lo suficiente por la escalera para acabar la frase anónimamente diciendo: querida. Tuve la imperiosa necesidad de anunciar al mundo —fuese o no lógico, pueril, básico, o instinto prescindible— que la quería, y me sonrojaría reconocer hasta qué punto...
Hermoso ese sonrojo de amor¡¡¡;)
ResponderEliminarTE DEJO UN BESOOOO¡¡¡¡
Hola,
ResponderEliminarBufff....Menudo carrusel de emociones me has hecho sentir.
Escribes como los ángeles. Como diría mi tío: "Dios te dé salud como para mí la deseo"
Por cierto, ( me voy fuera de tema) ;) , ¿¿¿firmarás libros en Barcelona por Sant Jordi????. Si no vienes vas a dejar un hueco muyy grande. :)
Un abrazo inmenso. ;)
Pd: Le paso el link a una amiga para que lea esta maravilla. :)
es un pequeño film
ResponderEliminarcada momento está preciso y muy bien tratado
FELICITACIONES
Una pequeña joya. Abrazos.
ResponderEliminarNo hacía falta ponerlo en letras de neón para que cualquiera se hubiese dado cuenta
ResponderEliminarMe uno a los demás comentarios de placer obtenido en esta lectura.
ResponderEliminarHola que tal?, me ha gustado mucho...opino como el resto parece una pequeña pelicula, emocionante y preciso.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tus comentarios en mi blog
-Mamen. Tus comentarios también me sonrojan a mí.
ResponderEliminar-Lujo. Como el arcángel San Miguel. Me encantaría estar allí y poder firmarte un libro, pero por ahora nadie me he invitado, ni espero que lo hagan.
-Elisa. Te imaginas ver esta historia en el cine. Ralph Fiennes y Monica Bellucci no estarían mal.
-Fgiucich. Intentaremos que al crecer se mantenga en el mismo estado.
-Someone. Yo ya sabía que aún estabas ahí.
-Mannelig. Gracias, todos sois tan amables.
-Luis Rocer. ¿No conocerás a Amenabar? Puedes recomendarme cuando quieras. Es broma. Vuelve cuando quieras, el fin de los tiempos es tu casa.
Gracias por invitarme y darme la bienvenida a tu blog, te he leído un poco, y lo que he visto me ha decidido a seguirte, en cuanto pueda profundizaré más en tus escritos. Desde luego también te doy la bienvenida al mío. Un saludo y encantada de conocerte.
ResponderEliminarAmigo Antonio, si la bella y anhelada fémina de tu historia tuviera que ausentarse, ¿me darías su papel, como entregada suplente que estaría dispuesta a ser? Y es valdría la pena sufrir toda la tristeza de esta historia más triste de la historia por ese momento de roces tenues y alcohol de 96º, estoy convencida de que nunca hubo herida más sangrante en dulzura ni más abierta en sentimiento... Me encantó, y querría estar ahí.
ResponderEliminarAbrazos de tiritas para la emoción...
Profundo relato.describes ese momento de flechazo de una forma exquisita...
ResponderEliminarUn saludo
Todos hemos sentido alguna vez, incluso a nuestro pesar, ese sonrojo de maor y esa necesidad de proclamarlo.
ResponderEliminarUn abrazo marbellí.
que hermosos texto(como todo lo que escribís)y de un final muy dulce,me fascinó!!
ResponderEliminar-Andrea. Ya formas parte del fin de los tiempos.
ResponderEliminar-Raquel T. Tendrás un papel, no sé de qué todavía, pero prevalecerás en la historia.
-Tony. Gracias, espero continuar a ese nivel para que sigas leyéndome.
-Octavio. Y algunos no han parado de sentirlo...
-La otra parte de mí. Ojalá el final definitivo pudiera ser así, ya veremos.
Qué bonito. Me ha encantado esa imagen del ¿médico? poniendo alcohol en la herida, tanto y tanto que hasta se le despintan las uñas a la chica, alargando la presencia de ella lo máximo posible ;-)
ResponderEliminarBesos selváticos.
Y mira que yo nunca he tenido esa cosa del flechazo...yo he tenido calentones... pero flechazo de amor...yo creo que no...además enseguida les digo que se tienen que ir porque tengo que limpiar la casa, con que no da tiempo!
ResponderEliminarUn saludo!
-Panterablanca. Le hubiese despintado el alma si ella lo deja.
ResponderEliminar-Quéinsólito. No has tenido un flechazo porque nunca encontraste a alguien como María, aunque en tu caso fuese hombre.
Aqui de nuevo. suspirando y rememorando momentos. me encanta tu manera de relatarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Caro. de ResonANSIAS