Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

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Moda poética (ediciones limitadas)
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martes, 25 de febrero de 2020

Busco palabras


lunes, 12 de diciembre de 2016

Palabras

Palabra tras palabra, tras palabra…
buscando el consuelo en su azarosa disposición
para que nada amargo que nos preceda se
mute a letargos y a sepulturas.
Palabra tras palabra emotiva que sublimen
cada miseria, cada degradada expectativa
haciendo resucitar en nuestra trinchera
la erección de ser criaturas fantásticas
en un mundo único y maravilloso.
Palabra tras palabra, tras palabra…


jueves, 3 de diciembre de 2009

Desiertas palabras



Recibiría con júbilo que hubiese un Dios al que,
cansado de concedernos meritorios eriales, le
pudiésemos rogar la dispensa de mutar en desiertos
conjugándose; contandores de arena; buscadores de
agua subterránea.
Reivindico las palabras que nacen de la parte
desértica de los sentidos, y sólo saben a tierra
de duna errante que, quizá, logren algún día
ser parte de un lodo con forma, incluso de una
sinécdoque de poema, auspiciadas por la
incertidumbre de la lluvia.

lunes, 27 de julio de 2009

Del por qué ser…


Siempre
quiero
ser
palabras
precipitándose
sin
remedio
Inconscientes
del
futuro
sin
inercia
del
origen
más
allá
de
ser
hoy
sin
fianzas
Permanecer
eterno
e
irreverente
como
un
vampiro
católico
Un
alud
de
percepciones
con
fe
de
abismo
y
de
silencio
Coger
tus
manos
al
vuelo
antes
de
que
exista
el
pecado
original
de
no
hacerlo
Y
respirar
del
aliento
de
los
que
impulsen
al
pronunciar
lo
que
demonios
acabe
siendo
esta
serpiente
ávida
de
simbiosis
Concluir
comenzando
Siempre
quise
ser
palabras
salvavidas
flotando
en
el
ánimo
del
que
en
no
sufrir
halla
misericordia
y
aliento…

jueves, 26 de febrero de 2009

La inspiración (Final)

Todo tipo de excusas disfrazadas de temores me colonizaban sin que les ofreciera la más mínima resistencia. ¡Ya está bien!, me dije, era el momento del gran duelo por conquistar una esquirla de arte; otra desesperada tentativa por perdurar más allá de un te quiero, de un suspiro, o de un perecedero papel. Cierro los ojos hasta acompasarme con mi pulso. Quiero recordar que podría ser algo como esto:

Al final te precipitas en el hambre;
y reúnes y deshaces, y formas parte
de cada lugar que sucumbe, de cada…

Demasiado eco, la esencia puede que subsista pero el olor aún es pobre, su génesis brillaba en lo extremo, quizá:

Al fin caes en la histeria del hambre;
y devoras y deshaces, y formas parte
de cada átomo que sucumbe…

Creo que era algo parecido, pero debo alimentarlo o yacerá para siempre inacabado, o parcheado en otro cuerpo y en otros sentidos.
Cierro los puños como si pariese, ¡puedo verlo!

Al fin caes en la histeria del hambre;
y devoras y deshaces, y formas parte
de cada átomo que sucumbe, de cada
imagen sagrada que se erige.
Al fin somos la causa de toda la belleza,
el por qué de los dioses. (1)

Caigo exhausto sobre el teclado, creo que ha sido niña, la más bella que pueda imaginar ahora, y será ninfómana como el deseo, pero antes deberá crecer libre en las gargantas…

(1) Fragmento del poema “La causa de la belleza” de mi poemario “Poemas de amor inmisericordes”

lunes, 23 de febrero de 2009

La inspiración (III)



Envuelta en un exuberante abanico de improperios, la silla maldita se rindió desencajándose ante mi desproporcionada reacción, teniendo en cuenta que en aquel cuarto de maternidad tan sólo mi memoria era merecedora de escarnio. La coloqué con ira en el lugar adecuado, me senté sobre ella descargándome con desprecio, resoplé como una manada de caballos en celo, y me recorrió un escalofrío ígneo desde el estómago hasta los dientes. Había llegado la hora, o era ahora o nunca sería lo que existió como una fe incipiente, una aparición divina con la que tendría que evangelizar al mundo, demostrando la grandiosidad de su doctrina como un profeta entre sedientos de versos.
Tomé aliento y mientras lo exhalaba rezaba para que aquella armonía de salvación volviera a extraviar mi mirada otra vez hacia el éxtasis, resucitando aún más bella a través de mi pusilánime trascendencia.
Temía tanto al fracaso como al recuerdo exacto. ¿Seguiría pareciéndome tan sublime con el paso de las circunstancias? ¿Podría continuar pensando a esa cota prácticamente desconocida? ¿Debería soportar quizá que alguien no la valorase a mi justa medida?...

lunes, 16 de febrero de 2009

La inspiración (II)



...—una expresión de impotencia heredada, un desahogo en forma de irreverencia ante uno de los poderes indiscutibles que representaba la iglesia, en unos tiempos donde los cortijos andaluces eran aún reminiscencias de los castillos feudales— ya no recordaba que había tirado el sillón —nunca me convenció su ancestral ergonomía para piernas cortas y brazos rastreros de gorila— cuando se le independizó una de sus ruedas, sin que hubiera forma humana ni divina, incluso me atrevería a asegurar que alienígena, de volver a colocarla en el único lugar donde tenía sentido —una estrategia de venta como otra cualquiera, supongo—. Entonces entreabrí la puerta, allí estaba; siempre preparada; como un retén contra la pereza humana; la negra silla de invitados plegable. Miles de años de sobrevalorada evolución, y siempre erraba en el primer intento de desplegar su asiento redondo y con ese perpetuo olor a nuevo. La eternidad de estas palabras malabares, que repito mientras resbalan, que apenas si las comprendo de elevadas, depende en gran medida de mi lógica ante la oscura silla, ocultada sin piedad tras el tiempo empantanado que subsistía a la espalda de la puerta.
La así por el respaldo —no tenía tiempo que perder, y menos aún, ideas de un cierto interés— decidí ejercer la presión en el lado opuesto al que deduje en una primera valoración, ingenuamente creí que desobedeciéndome tan sólo una vez lograría romper la fatídica proporción de desaciertos. ¡Maldición, ni se ha inmutado la hija de puta! Antes de reconocer mi inoperancia, teniendo en cuenta que ese no era el tema, cargué mi ira sobre la supuesta inteligencia conspiradora del mueble…

jueves, 12 de febrero de 2009

La inspiración (I)



Después de todo el día constreñido por un tropel de palabras que aparecían y se desintegraban; malsonantes y raquíticas; indigentes, disyuntivas, soporíferas. Al fin encontré en la energía de una milésima de tiempo, la única combinación posible para que mi limitación atisbara levemente su belleza.
¡Rápido! Un bolígrafo…, un lápiz…, papel higiénico si es preciso. Todo el patio y sus habitaciones adyacentes parecían conspirar contra mi inspiración. Aquí no, aquí sí… pero no tiene tinta, en este lugar siempre había… ¿Le servirá este papel…? ¿Quedará feo el calendario de la cocina si…? ¡Joder!
Estaba perdiéndole el pulso, la frase era demasiado barroca y lo suficientemente amplia para que muriese fácilmente en su intento de deslumbrar al mundo por un medio tan austero como mis neuronas.
Aún creo que la podré reanimar si llego a tiempo al teclado. Subí de tres en tres los peldaños de la escalera —que no es un dato significativo si no se conoce la anchura de éstos, pero baste con decir que era todo lo que podía abarcar mi lamentable condición física— como hacía en el cuartel cuando, de recluta, el sargento aseguraba amenazante que el último en acostarse se quedaría el fin de semana sin pase pernocta. Llegué al escritorio desencajado, repitiendo la frase una y otra vez parecía un niño aleccionado por su madre para que le hiciera los recados sin equivocarse. ¡Me cago en el copón divino! (Continuará)

lunes, 17 de noviembre de 2008

Se buscan palabras



Busco cauces de palabras
inéditas para una mujer de agua.

Busco metáforas que
conviertan
en todo, la nada infinita
de la bruma lejana
difuminándose.

Busco comas que sepan
conjugar nieves lejanas
con labios hirvientes.

Busco puntos y apartes que
reconquisten el fuego desde
cualquiera de sus cuencas.

Busco torrentes de versos
incandescentes, que aneguen
lenguas heladas, que se enreden
en mareas de piel y saliva.

Busco estrofas de aire que
te desnuden y perfumen
con placer de oleaje la tierra.

¡Busco tantas cosas en
palabras acuáticas!

Busco rimas de lluvia entre
tus piernas para calarme de
influjo en la árida lejanía.

Busco palabras eternas para un
poema líquido; un afluente que
te mantenga hidratada sea cual
sea el estado en que te halles.


Busco palabras inconcebibles;
palabras húmedas, gotas
de palabras inexistentes
que resbalen por tus polos
hasta deshacerte de hambre.

Sigo buscando palabras…


lunes, 27 de octubre de 2008

A veces escribo cosas



Hay días donde uno no sabe qué contar, gracias a mí, hoy no es uno de esos días. Aunque esté improvisando; un segundo antes de escribirlo ya soy consciente de lo que estáis leyendo.
Érase una vez. No, demasiado… Quizá: muchos años después. Definitivamente parece…
Hay momentos en que no sabemos como narrar de una forma original eso tan extraordinario que pensamos decir, y que queremos compartir con el resto de la humanidad para contribuir a su belleza y a su memoria colectiva. Menos mal que me encuentro muy lejos de que esos síntomas me afecten hoy, ahora, ya, ¡coño, que susto! A eso es lo que llamo yo improvisar; tener la capacidad de asustarme a mí mismo. Creo que esto que escribo tiene algo de fundamento, al menos tiene un comienzo y creo que podré imaginar un final bastante digno, por ejemplo: FIN.
También nos conquistan épocas donde todo lo que se nos ocurre suena a plagio, a pesado, a soporífero, a sobredosis de palabras y de ideas. Pero no, a mí no, que haya escrito ya varias veces sobre este tema no significa que no pueda volver a hacerlo. Además, nada de lo que he dicho creo que exista, ni que haya una mente tan… Pónganle ustedes el calificativo que quieran, que se le ocurra volver a reunir tantas afirmaciones sobre nada en concreto.
La verdad es que aunque podría seguir creando esta torre de babel inmisericorde durante unos esclavos minutos más, creo que ya está bien por hoy. Y como soy un hombre de palabra, escribir, lo que se dice escribir, tal vez no, pero palabra, tengo bastante. Pues eso, que FIN.


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