El pueblo incierto (VI)
Apenas me encontraba a cien metros de las primeras casas y de la oscura iglesia de la torre más alta. Mi corazón se aceleraba en dirección opuesta a mi instinto de supervivencia, y mis manos frías sudaban como intentando huir por el aire, evaporándose. Todo ello acompañado del ritmo marcado por los gases descompuestos e inagotables del infierno, que festejaban la inminente llegada de males a través de mi recto.
Salí de la plantación, crucé un camino que recorría perpendicularmente la primera fila de casas del pueblo. Ya estaba allí, frente a la impecable fachada principal de la gran iglesia gris de las campanas eternas. Alcé la vista hacia el campanario, nunca había sido demasiado devoto, pero pedí con toda la fuerza que pudo reunir mi desesperación, a todos los santos y vírgenes de todos los cielos, que velasen por mí, aunque con ello perdiera el poco crédito que pudiese haber reunido en mi vida, por mis buenas acciones. Ahora debía decidir sin precipitación si tenía que dejarme ver por las calles del pueblo, esperando que ellos acabaran de enervar mis nervios con su ausencia, o peor aún, haciendo acto de quién sabe qué presencia, o como parecía lógico debería intentar entrar en la parroquia para establecer contacto con el insufrible campanero. Contemplé una vez más la estructura indolente, casi sacrílega a los ojos de un pecador inconfeso como yo, de la casa de Dios. Opté por continuar andando por medio de una de las calles, poco a poco fui adentrándome en el laberinto en el que se convirtió este pueblo solitario y desconocido, miré cada uno de los edificios con los que me encontraba; cada puerta, cada ventana…
Salí de la plantación, crucé un camino que recorría perpendicularmente la primera fila de casas del pueblo. Ya estaba allí, frente a la impecable fachada principal de la gran iglesia gris de las campanas eternas. Alcé la vista hacia el campanario, nunca había sido demasiado devoto, pero pedí con toda la fuerza que pudo reunir mi desesperación, a todos los santos y vírgenes de todos los cielos, que velasen por mí, aunque con ello perdiera el poco crédito que pudiese haber reunido en mi vida, por mis buenas acciones. Ahora debía decidir sin precipitación si tenía que dejarme ver por las calles del pueblo, esperando que ellos acabaran de enervar mis nervios con su ausencia, o peor aún, haciendo acto de quién sabe qué presencia, o como parecía lógico debería intentar entrar en la parroquia para establecer contacto con el insufrible campanero. Contemplé una vez más la estructura indolente, casi sacrílega a los ojos de un pecador inconfeso como yo, de la casa de Dios. Opté por continuar andando por medio de una de las calles, poco a poco fui adentrándome en el laberinto en el que se convirtió este pueblo solitario y desconocido, miré cada uno de los edificios con los que me encontraba; cada puerta, cada ventana…
Excelente.
ResponderEliminarYo me doy media vuelta eh!!
...y en cada ventana alguien atentamente observaba todos tus pasos...
ResponderEliminarBesitos
Lágrimas de mar
Apenas me encontraba a cien metros de las primeras casas y de la oscura iglesia de la torre más alta.
ResponderEliminarRecordando con miedo???? a que???
ResponderEliminarUn abrazo amigo,sigo leyendote desde siempre,hay algo extraño en tus letras que atrae irremediablemente.
ResponderEliminarcuídate ;-)
Me ha recordado a S. King
ResponderEliminarBuen finde
No temas adentrarse en ese poblado que, entre otras cosas, me llevó al pueblito de mi abuelita materna. Un sitio similar al que describes.
ResponderEliminarUn abrazo desde Colombia!
La imagen me dio no se como que nervios jajaja
ResponderEliminaruis que yuyu el pueblo no?? que paseo solitario..
ResponderEliminarA pesar de tratarse de la casa de Dios, tiene un no se que, que, que se yo, que mejor no entro.
ResponderEliminarExcelentes poemas, Lanobil. Lástima que los condenaras al ostracismo. Es cierto que para escribir poesía hay que diponer de un tiempo, quizá no tanto real como espiritual y con todo ese ruido que nos rodea...Pero he visto que están todos aquí, y también este texto que a mí me parece enigmático, pero también divertido, muy bien dosificados el humor y el misterio.
ResponderEliminarGracias por tu visita. Continuaré viniendo.
Me dio miedo pensar estar sola en medio de un pueblo...
ResponderEliminarFeliz finde
me voy con algo de duda y miedo, por estas calles llenas de misterios
ResponderEliminarMe encanto.. y lo que dijo lagrimas de mar : "y en cada ventana alguien atentamente observaba todos tus pasos.." sin que te dieras cuenta..
ResponderEliminarbesos..
hola
ResponderEliminarbuen blog, muy interesante y si te gusta Florencia alli nos veremos,hay que volver
Salud
Bien!!!
ResponderEliminarAcabo de descubrir que has posteado este relato "en cuotas"!
Me sumo a la lista de lectores, la 1ra. parte me atrapó y llegué de inmediato hasta acá, con las correspondientes escalas.
Es la solución cuando tenés ideas de extenso desarrollo: Cuotas (ja!).
Si pasás por mi barrio, "hojeá" "Ella/Eso".
Salud!
Me ha gustado... habrá continuación?
ResponderEliminarTienes un blog muy requeteinteresante, que lo sepas!
Saludos