El crucificado
¡Hace tanto calor!
Llegas mojada del baño,
infectada de gotas, como enferma
de oasis me rozas descuidada,
haciendo quién sabe qué tarea
doméstica, con ese camisón de niebla
hipnótica, que presume con saña
de velar por la divinidad del espacio
que existe en la génesis de tus
piernas blancas.
A mi tensa agonía me crucificas,
clavándome por las manos y por las
caderas a una cruz de ambiguos instintos;
donde espero tu clemencia rezándote
en el cuello como un poseído confeso.
Y parece que me oyes, que me acoges
en tu exuberante desierto, y al
instante afianzas mi insolente cintura
con los clavos que se desprenden de
sentirme, de momento, sólo un paréntesis.
Sumes a una agridulce embolia a todo
lo que en mí circula buscando tu
eximente desembocadura.
La incertidumbre me alimenta
y me ahoga, me santifica, me
excomulga de tus sacramentos.
Tarde o temprano tendrás que
desenclavarme, y resucitaré,
y encontraré bajo tu profético camisón
un lugar para mi fe inquebrantable.
Llegas mojada del baño,
infectada de gotas, como enferma
de oasis me rozas descuidada,
haciendo quién sabe qué tarea
doméstica, con ese camisón de niebla
hipnótica, que presume con saña
de velar por la divinidad del espacio
que existe en la génesis de tus
piernas blancas.
A mi tensa agonía me crucificas,
clavándome por las manos y por las
caderas a una cruz de ambiguos instintos;
donde espero tu clemencia rezándote
en el cuello como un poseído confeso.
Y parece que me oyes, que me acoges
en tu exuberante desierto, y al
instante afianzas mi insolente cintura
con los clavos que se desprenden de
sentirme, de momento, sólo un paréntesis.
Sumes a una agridulce embolia a todo
lo que en mí circula buscando tu
eximente desembocadura.
La incertidumbre me alimenta
y me ahoga, me santifica, me
excomulga de tus sacramentos.
Tarde o temprano tendrás que
desenclavarme, y resucitaré,
y encontraré bajo tu profético camisón
un lugar para mi fe inquebrantable.
Pues, ¡hala! a por el camisón.
ResponderEliminarQue intenso.
ResponderEliminarvaya
ResponderEliminares una composición con tintes
de una interpretación
personal muy grata,
me agrada realmente estos textos
fluídos.
un gran saludo
Todo es cuestión de alimentar la fe con el instinto del deseo.
ResponderEliminarPor más vueltas que le demos, en ambos casos, sólo importa la sinceridad en la entrega...
Magnífico poema... felicidades.
Pues a ponerse un camisón... a ver que pasa.
ResponderEliminarSaludos.
Extraño simbolismo.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo.