La historia más triste de la historia (XIII)
Ahí yacía la diva de la elegancia con una expresión de dolor que ocultaba -en su apogeo- la que ya tenía desde que llegó; menos aguda pero más profunda. Le había roto dos uñas y lastimado el dedo corazón; seguramente el último reducto en su cuerpo para la esperanza y la propia satisfacción cuando todo lo demás enferma. Agitó la mano afectada como tocando la guitarra, intentando expulsar el daño, levantó la cabeza, apartó desairada sus rizos con una de las pocas extremidades que -desde que me emocionó por primera vez- yo le había dejado ilesa. Al verme, los ojos se le achinaron, sus mandíbulas llegaron a dar sombra, y la
sangre le hirvió como queriendo gritar y zarandearme; haciendo más intenso el dolor en sus dedos. ¡Vamos pégueme!, pensé. Así mis disculpas estarían a menos distancia de su perdón. Pero no lo hizo, tan sólo esbozo una frase que contenía en su tonalidad la esencia misma de su calvario; Una simple palabra envuelta en misteriosos destinos siempre encuadrados en su caótica realidad, dijo: ¿usted? Sí, otra vez yo, asentí apesadumbrado ante tan pobre respuesta, que por supuesto no ayuda un ápice a esclarecer ninguna de sus incógnitas existenciales.
La visión de la sangre colonizando el interior de sus uñas me impulsó, no sé aún muy bien por qué, a tener una actitud y decisión, al fin, de caballero.
-Si no me permite Usted que le cure las heridas me hará tan desgraciado como si tuviese la certeza de que voy a morir mañana, le supliqué.
sangre le hirvió como queriendo gritar y zarandearme; haciendo más intenso el dolor en sus dedos. ¡Vamos pégueme!, pensé. Así mis disculpas estarían a menos distancia de su perdón. Pero no lo hizo, tan sólo esbozo una frase que contenía en su tonalidad la esencia misma de su calvario; Una simple palabra envuelta en misteriosos destinos siempre encuadrados en su caótica realidad, dijo: ¿usted? Sí, otra vez yo, asentí apesadumbrado ante tan pobre respuesta, que por supuesto no ayuda un ápice a esclarecer ninguna de sus incógnitas existenciales.
La visión de la sangre colonizando el interior de sus uñas me impulsó, no sé aún muy bien por qué, a tener una actitud y decisión, al fin, de caballero.
-Si no me permite Usted que le cure las heridas me hará tan desgraciado como si tuviese la certeza de que voy a morir mañana, le supliqué.
-No se moleste, ha sido una funesta coincidencia, además tengo demasiada prisa, debo hacer unas llamadas urgentes.
-Puede hacer uso de mi teléfono todo el tiempo que quiera, de hecho, después de causarle tantas contrariedades, mi pensión prácticamente le pertenece, puede hacer lo que le plazca, considérela su casa. Pídame que la queme y mañana le entregaré con una sonrisa las ascuas...
-Puede hacer uso de mi teléfono todo el tiempo que quiera, de hecho, después de causarle tantas contrariedades, mi pensión prácticamente le pertenece, puede hacer lo que le plazca, considérela su casa. Pídame que la queme y mañana le entregaré con una sonrisa las ascuas...
Todo a su antojo?
ResponderEliminarSi solo se le ha roto una uña.
Demasiado castigo, no sé...tal vez le guste sufrir.
La verdad es que una uña...es una uña, todo un símbolo.
Besito
Creo que ha dado con un caballero, la dama está de suerte.
ResponderEliminarSaludos
hay personas que les gusta sufrir, excelente escrito, saludos enormes desde Bolivia
ResponderEliminarPues llegué en el 13º momento de esta historia, Antonio, pero parece ser que el protagonista lleva eones bebiendo los vientos por la dama que le inspira incluso la destrucción de su techo y su mañana. Quisiera conocer el origen de esta su adoración, así que me surmerjo en tus post, en busca de la primera tristeza que dio lugar a esta última.
ResponderEliminarAbrazos agradecidos por tus buenas letras...
-Arantza. Su sufrimiento no es por la uña, es más bien por la imagen que está ofreciendo.
ResponderEliminar-Morgenrot. Esperemos que ella acabe teniéndolo tan claro.
-Maria Cristina. Sí, pero no es el caso de estos protagonistas. Sufren porque no pueden evitarlo.
-Raquel T. Gracias, sumérgete sin miedo y sin oxígeno; dentro hay de todo.
Conociendo.
ResponderEliminarsigo leyendote.
ResponderEliminar-Vylia. Alegrándome
ResponderEliminar-La otra parte de mí. Y no se te ocurra dejarlo.
Queee COSA!!! me encanto...
ResponderEliminarCaro.. de resonANSIAS magneticas.
Un saludo
Se ha hecho dueña de su voluntad, la señorita... Espero el descenlace con ansia y sé que está lejos. Es que temo lo peor...
ResponderEliminarSi despues de las putadas que has hecho a Maria, ella te dejase que la curases, estoy seguro que tendrian que cortarle el brazo, eso como poco.
ResponderEliminarEres algo torpe, chaval.
A ver que responde Maria, despues de la cursilada que la has soltado.