La historia más triste de la historia (XIV)
...Algo exagerado quizá, lo reconozco, pero les aseguro que lo dije con un convencimiento sólo superado, en ese momento del universo, por su pálida belleza.
Finalmente María accedió a mi oferta de auxilio, seguramente porque la pensión era el lugar donde —antes de topar conmigo— tenía pensado dirigirse. Así que al fin tomábamos la misma dirección en algo, y yo esperaba ansioso que ese fuese el famoso “algo” por el que siempre se empieza. Ambos mirábamos su mano lesionada mientras caminábamos por la acera rojiza de la calle inquisición.
En sus rostros se tallaba la envidia cuando pasamos —como paseando— por delante de los abuelos, uno apretó con tal rabia la empuñadura de su bastón que se oyó crepitar la madera como en un fuego que muere arrepentido.
Mi sangre circulaba a una frecuencia que ya no recordaba, pero que reconocí de inmediato cuando me invadió el pecho, y provocó en mi boca una sonrisa floja que no podía sino ocultar con mi mano para no parecer
Finalmente María accedió a mi oferta de auxilio, seguramente porque la pensión era el lugar donde —antes de topar conmigo— tenía pensado dirigirse. Así que al fin tomábamos la misma dirección en algo, y yo esperaba ansioso que ese fuese el famoso “algo” por el que siempre se empieza. Ambos mirábamos su mano lesionada mientras caminábamos por la acera rojiza de la calle inquisición.
En sus rostros se tallaba la envidia cuando pasamos —como paseando— por delante de los abuelos, uno apretó con tal rabia la empuñadura de su bastón que se oyó crepitar la madera como en un fuego que muere arrepentido.
Mi sangre circulaba a una frecuencia que ya no recordaba, pero que reconocí de inmediato cuando me invadió el pecho, y provocó en mi boca una sonrisa floja que no podía sino ocultar con mi mano para no parecer
—sobre todo a sus ojos— si cabe, más idiota.
Hacía un día esplendido; —lo hubiese sido de todas formas, aunque hubiese llovido alacranes— una mañana soleada y cálida que no imponía a nuestra vida ningún inconveniente de antemano. Atravesando la plaza de los ahorcados me quedé mirándola y le dije con un valor desconocido: Como mínimo, usted pensará de mí que soy una catástrofe digna de evitar.
Ella me miró con esos ojos que hacían extraños aliados de la tristeza y la más adictiva sensualidad, me regaló una somera sonrisa de comprensión y me dijo: usted ha de perdonarme también, mi comportamiento ante sus disculpas ha sido bastante grosero, por no decir desagradable...
Hacía un día esplendido; —lo hubiese sido de todas formas, aunque hubiese llovido alacranes— una mañana soleada y cálida que no imponía a nuestra vida ningún inconveniente de antemano. Atravesando la plaza de los ahorcados me quedé mirándola y le dije con un valor desconocido: Como mínimo, usted pensará de mí que soy una catástrofe digna de evitar.
Ella me miró con esos ojos que hacían extraños aliados de la tristeza y la más adictiva sensualidad, me regaló una somera sonrisa de comprensión y me dijo: usted ha de perdonarme también, mi comportamiento ante sus disculpas ha sido bastante grosero, por no decir desagradable...
Hola,
ResponderEliminargracias por tu comentario en mi blog. Si aún no has aprendido inglés, puedes leer otros textos que tengo escritos en castellano.
Saludos, y ojalá se sepa qué dijo él a ella en este relato.
Gracias por tu comentario, tienes un buen blog, me tendrás seguido. Un abrazo.
ResponderEliminarSi deseas leer un poema mìo, te sugiero ir a http://clarasofia.blogspot.com
ResponderEliminarAbrazos.
¿Y quizás sea posible que la adoración manifiesta y palpitante de él hacia ella tenga por fin recompensa, Antonio?... Mis sentimientos humanos más empáticos y femeninos quisieran que así fuera, pero, atendiendo al calificativo "triste" que escogiste para tu historia, mantengo la duda, esa duda mía basada en tu elección, y te confieso de que esperaré que la satisfacción de él vuelva a pasear con la presencia de ella, a ver qué sucede.
ResponderEliminarAbrazos expectantes...
qué buen fragmento este!...me atrapó la curiosidad...es de tu libro?...
ResponderEliminarsos bienvenido por el blog y también por www.humosuburbano.com.ar
somos un colectivo de escritores y artistas varios independientes que buscamos agitar por el under....
saludos hermano desde la Argentina!!!
Me agradan las visitas, la tuya especialmente después de fisgonear en tu blog, espero visitarte asiduamente.
ResponderEliminarPor otro lado quisiera saber si existe en este blog un enlace para adceder a las catorce entregas correlativas de "La historia más triste de la historia".
Un saludo
Perteneces al sitio exquisito
ResponderEliminaral cual mi alma acude desde
mis laberintos,en busca de luz
Y saciada vuelve,porque
ya no puede residir en penumbras
Sublime tu obra!
besos
La inseguridad... complicado asunto...
ResponderEliminarEnhorabuena por el libro y gracias por tu visita al Tren... un placer venir a esta tu casa, y toparme con tus escritos...
Un abrazo. Marea@
Que bueno. Ahora me paso a mirar lo de tu libro. Saludos :)
ResponderEliminarHola, me encanta tu blog.
ResponderEliminarYo he abierto uno http://elrincondepalomares.blogspot.com
Bueno, en realidad os invito a todos.
Por cierto. ¿se podría vivir sin poesía?
SALUDOS.
No puedo evitar, dejar aquí mi comentario sobre tu publicación anterior, donde hablás de que tu blog respira:
ResponderEliminarLos blogs, respiran, tanto o mas que nosotros, cuando nos dejan sin aire, hasta secos. Me he sentido así en algún momento, cuando yo no puedo contenerlo y él ya no me contiene a mi.
Tu lectora Raquel T. redondea mi sentir sin que yo deba agregar mas, salvo que aún no he sentido el alivio al que alude al final... habrá que saber esperar, sin desesperar.
Me gusta tu blog y me gusta lo que dices a mmodo de presentarte, sabiendo a éste un espacio para rehabilitarte, aun no sabiendo como ni de que.
Me alegra haberte encontrado.
Cariños.
Gracias por tu visita a mi espacio. Enhorabuena por tu libro.
ResponderEliminarAunque habré de volver con calma (me gusta "pasearme" por los espacios para conocer mejor a mis amigos de la blogosfera)comparto con Magah lo que apuntas en tu post sobre la respiración de los blogs.
Un placer encontrarte.
Volveré, sin duda.
Un beso.
Soledad.
-Poetas. Iré en cuanto pueda, pero con el tiempo de que dispongo hace tiempo que no me atrevo a prometer nada.
ResponderEliminar-La hormiga. Te leí en español. Se sabrá.
-Juan de la Cruz. Como si te quieres quedar, estás en tu apocalipsis.
-Malina. Gracias, intentaré que tu sangre no sea derramada.
-Fgiucich. Ya he vuelto.
-Raquel T. Sólo puedo decir que habrá... Casi me dejo convencer.
-Quiqué. Ya os he visitado, es un placer encontrar refugios para el arte. Mi libro me temo que es de poemas.
-Almanzurbillah. Yo también espero tu asiduidad. El enlace es la etiqueta "historia"
-Mía. Un comentario que supera a la misma obra. Gracias
-Marea@. El placer es mío, tópate cuanto quieras.
-Jud. Impaciente me dejas...
-JP. Ya te visité. Sin poesía hay gente que vive, pero no sé quienes.
-Magah. Conociendo a mi blog, seguro que es él el que te ha encontrado. Pero no lo comentes por ahí. Gracias por tu amable comentario. Ya nos visitamos.
Antonio!, que buen relato, aunque un dejo de tristeza que me quedó dando vueltas.
ResponderEliminarSL2
Muchas gracias por pasarte por mi blog. Me ha encantando también venir a visitar el tuyo y leer un par de cosas (ahora no tengo más tiempo).
ResponderEliminarHe leído esta historia que me ha llegado. Me gusta tu manera de contar, rápida, envolvente...
Te enlazo y te leo.
bicos,
Excelente me encanto ,muy bello blog
ResponderEliminarUn abrazo
No me lo puedo creer. Esto es improbable que suceda en la vida real, a menos que la amenaces con un revolver.
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