La historia más triste de la historia (IV)
...con la expresión desencajada por un inconfesable pasado. Reservó una habitación en la única pensión del pueblo. Yo había heredado el negocio, y aunque sólo me ayudaba a subsistir austeramente, nunca me planteé la posibilidad de abandonarlo. Mi trabajo me permitía escribir a cualquier hora del día o de la noche, colaborar en algunas revistas y periódicos digitales, me proporcionaba silencio, calma, y a veces algo tan necesario como la soledad, en todas sus acepciones.
¿Tiene usted alguna habitación libre? Me preguntó mientras respiraba convulsamente e intentaba recomponer su flequillo con los rizos rebeldes que se desparramaban por su cara como niños ingenuos, ajenos al peligro.
Claro que sí, tengo una habitación individual con vistas al río donde usted podrá descansar apaciblemente, le contesté algo avergonzado por no poder apartar la mirada de su rostro a punto de eclosionar en lágrimas, y sin embargo no había visto nada tan hermoso en mi vida, toda su imagen estaba envuelta en un ambiente tan caótico como místico, tan divino como quebradizo.
Le di las llaves lentamente, intentando retrasar todo lo posible que apartara sus grandes ojos del camino a los míos; no tan grandes ni expresivos, pero totalmente emocionados ante el paisaje agreste y recóndito de su cara.
Cuando subió las escaleras no pude evitar contemplar su figura esbelta, sus curvas de actriz de los sesenta, y ese cabello alborotado que prendía maravillosamente a su libre albedrío y con el que aún luchaba compulsivamente.
Cuando ella desapareció en el primer rellano de la escalera, la inspiración me invadió con tal fuerza y proveniente de tantas dimensiones que casi no atiné a articular mis dedos, todas mis neuronas estaban monopolizadas por las sensaciones y el recuerdo que se merecía una diosa tan misteriosa y elegante como mi inquilina...
¿Tiene usted alguna habitación libre? Me preguntó mientras respiraba convulsamente e intentaba recomponer su flequillo con los rizos rebeldes que se desparramaban por su cara como niños ingenuos, ajenos al peligro.
Claro que sí, tengo una habitación individual con vistas al río donde usted podrá descansar apaciblemente, le contesté algo avergonzado por no poder apartar la mirada de su rostro a punto de eclosionar en lágrimas, y sin embargo no había visto nada tan hermoso en mi vida, toda su imagen estaba envuelta en un ambiente tan caótico como místico, tan divino como quebradizo.
Le di las llaves lentamente, intentando retrasar todo lo posible que apartara sus grandes ojos del camino a los míos; no tan grandes ni expresivos, pero totalmente emocionados ante el paisaje agreste y recóndito de su cara.
Cuando subió las escaleras no pude evitar contemplar su figura esbelta, sus curvas de actriz de los sesenta, y ese cabello alborotado que prendía maravillosamente a su libre albedrío y con el que aún luchaba compulsivamente.
Cuando ella desapareció en el primer rellano de la escalera, la inspiración me invadió con tal fuerza y proveniente de tantas dimensiones que casi no atiné a articular mis dedos, todas mis neuronas estaban monopolizadas por las sensaciones y el recuerdo que se merecía una diosa tan misteriosa y elegante como mi inquilina...
A veces hay encuentros inesperados ...pero magicos ....
ResponderEliminarLeeré tu libro, no sé cuando, pero esta navidad me lo pediré. Espero encontrarlo en la casa del libro como explicas.
ResponderEliminarUn saludo.
Me gusta tu blog y tu forma de escribir, aunque admito que siempre no los leo, por eso no te dejo comentarios, si no los he leido.
Ultimamente te encuentro repetitivo y estos post de miedo me ponen nerviosa. Esto va por temporadas, hay veces que me àpetece el buen humor y otras que no tanto, así que cuando me apetezca leer cosas así los leere, todos esos del pueblo que me he dejado en el tintero y que tanto me gustó el primero que escribiste.
Cuando lea tu libro daré mi opinión más sincera en mi blog.
Un saludo.
P.D: Firmarás discos en sant Jordi en Barcelona el 2009? Puedes pedirlo? Anda. Va. que iré y te diré. Firma: Para AMYLOIS, jejeje.
Así conocerás una bloger jejeje, a que mola!!
Se me va la pinza!!
Cuando lloro se me ponen los ojos verdes.
ResponderEliminar:)
Es ese instante mágico de inspiración, por el que suspiran todos los pintores, esa conmoción interna, esa íntima convulsión de lo que no ha sido, de lo que podía no ser, del hambre del alma.
ResponderEliminar¡Felicidades!.Espero que puedas retener ese momento por mucho tiempo.
¡Un saludo!
Un hombre sale de viaje, otro es el que regresa.
-Peggy. Mágicos o trágicos, aún no lo sabemos.
ResponderEliminar-Amylois. Agradezco tu sinceridad, sin embargo la entrada anterior a esta es de humor, espero que te haga sonreir.
-Soloputa. Seguro que no eres menos inteligente.
-Someone. ¿De que planeta me dijiste que eres?
-Ulysse. Con vuestra ayuda me será más fácil.
Felicidades por tu libro!
ResponderEliminarPues qué decirte, sino que es un placer encontrar a alguien tras el mostrador de un hotel, y que sea como el protagonista de tu historia. Un hombre, al que probablemente no ves en ese momento, pero que hace que toda esa conmoción que él ve y ella siente, ceda por un instante. Es lo que me inspiró al leerlo. Porque los relatos se convierten al leerlos en algo propio.
ResponderEliminarComo siempre, un gusto leerte.
No sólo se te dan bien los poemas, en los relatos no te quedas atrás.
ResponderEliminarMe gustó
Un abrazo
Muy buen relato;historia que "engancha" facilmente...Me gusta tu espacio, me resulta ameno e interesante...seguiré leyéndote.
ResponderEliminar¡Enhorabuena por ese libro!!
Saludos
Angy
HAPPY HALLOWEEN!!!!
ResponderEliminarLa musa ha llegado...!!!
ResponderEliminarSaludos y un fraternal abrazo.
Bendiciones.
Que cosassss! que relatos!
ResponderEliminarNo cabe duda: encontró a su musa, y encima con vistas al rio...
ResponderEliminar¿Habría la posibilidad de reservar otra habitacioncita para mí, con un timbre que pulverizase a todo aquel que intentará entrar a molestar?
Y con muso, por favor...
:0)
Un abrazo
-Sintagma. Gracias y espero que te guste.
ResponderEliminar-Media luna. Claro que sí, el relato es tuyo , de todo el que lo sienta.
-Trini. Al menos lo intento, me alegro que te haya gustado.
-Angy. Ya te tengo reservado un lugar en el fin de los tiempos.
-Gittana. Igualmente ángel negro.
-Angélica. Seguro que algo me inspirarás.
-Luthien. Los que te mereces.
-Sombras. Seguro que sí, las sombras siempre habitan en las historias de misterio.